En Inglaterra, el 66 por ciento de los usuarios padece nomofobia, un miedo irracional a no llevar el teléfono móvil encima derivado de un uso patológico de la telefonía móvil.
El primer estudio sobre nomofobia, de hace cuatro años, reveló que el 53 por ciento de la población sufría de esta condición, sin embargo Inglaterra ya supera esta cifra. El término nomofobia viene del inglés no mobile phone phobia, algo así como fobia a no tener teléfono móvil.
Los adictos al móvil suelen presentar algunas características de personalidad comunes, como una baja autoestima, problemas con la aceptación del propio cuerpo y déficit en habilidades sociales y en resolución de conflictos. La nomofobia se manifiesta en síntomas como ansiedad, malestar general, enfado o inquietud, negación, ocultación o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución de la autoestima.
En la actualidad, muchos estudiantes universitarios dependen de sus teléfonos móviles «para obtener información o encontrar el apoyo de sus familias, que en ocasiones están lejos de ellos».
Los padres usan el teléfono móvil para supervisar las actividades de los niños a distancia y los adolescentes que viven en el hogar usan el teléfono móvil para obtener su libertad y tener un menor control de los padres. También son muchos los adolescentes, sobre todos los más jóvenes, que usan el teléfono móvil para evitar la supervisión de los padres. Según investigadores, a la hora de diagnosticar este trastorno, se debe tener en cuenta la historia clínica de los universitarios, ya que el haber sufrido trastornos afectivos, ansiedad y abuso de sustancias influye en la presencia de la nomofobia.