Apenas perciben el sonido del carro, decenas de gatos salen de sus escondites y empiezan a maullar de alegría.
Cada tarde empieza su periplo, primero cocina un jugoso estofado de carne o pescado al cual le adiciona alimento balanceado con vitaminas y a las 17h00 con el menú listo empieza a visitar los 33 sitios de toda la ciudad donde ha creado una especie de comedores gatunos.
Allí lo esperan los felinos que le agradecen con ronroneante saludo, mientras se le pasean en medio de las piernas. (El Comercio)