El conflicto por Huawei, gigante chino de la telefonía colocado en una lista negra por Estados Unidos, amenaza con desestabilizar todo el sector de los componentes electrónicos, una industria globalizada con circuitos de producción a menudo complejos.
Los grupos estadounidenses Qualcomm e Intel por ejemplo, que figuran entre los productores más importantes de microchips, anunciaron que ya no abastecerían al grupo de Shenzhen (sur de China) al final del periodo en suspenso de 90 días acordado por la Casa Blanca.
«El impacto puede ser enorme, incluso si no sabemos aún cómo se harán concretamente las cosas. Qualcomm domina el mercado de los smartphones y Huawei estará sin dudas tentada de aumentar la producción de sus propios microchips para enfrentarlo», estima Bill Ray, director analista del gabinete Gartner.
Los semiconductores agrupan, bajo ese término genérico, toda una serie de elementos utilizados en los teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores, servidores y otros equipos, garantizando su funcionamiento desde la memoria al procesador pasando por diversos tipo de sensores.
Es una industria muy competitiva, que representaba más de 475.000 millones de dólares de ingresos en 2018, según Gartner, y que está ampliamente dominada por actores asiáticos y estadounidenses, con algunos europeos.
Producción globalizada
En este mercado globalizado, con cadenas de concepción y producción que a menudo pasan por varios países, la menor variación puede tener un efecto cascada.
Los grupos europeos STMicroelectronics, Infineon o NXP tienen grandes posibilidades de sufrir en las bolsas.
Para intentar recuperar un poco el control, los fabricantes de smartphones desarrollaron en estos últimos años sus propios procesadores: Samsung con Exynos, Huawei con Kirin, Apple con el A12 Bionic, por ejemplo.
«Corremos el riesgo de verlo cada vez más de parte de los diferentes fabricantes (de teléfonos inteligentes). También podrían privilegiar a las empresas locales, lo que podría replantear la producción globalizada de los microchips», detalla Bill Ray.
Estos componentes tienen todos un punto en común: muchos se basan en el trabajo de concepción del británico ARM, que otorga las licencias necesarias de fabricación.
«Hay dos grandes familias de microchips. Por un lado las de las X86, dominada por Intel y que abarca el mercado de las PC y los servidores. Por otro el de la arquitectura ARM, que está estandarizada. La fábricas producen bajo licencia sus componentes», explica Julien Rousson, del gabinete Wavestone.
Y ARM también podría cortar los lazos con Huawei, según la BBC.
«Si Huawei pierde a ARM, deberá hallar otro proveedor y no se ve bien por el momento quién puede desempeñar ese papel», estima un especialista del sector.
«China nunca ha ocultado su intención de tener también esta capacidad, pero corre el riesgo de que le lleve varios años. El billete de entrada es muy caro», concluye. (El Universo)