Japón anunció este miércoles su retirada de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) con el objetivo de «reanudar la caza comercial el próximo julio», desafiando a los defensores de los cetáceos 30 años después de haber puesto fin a esa práctica, al menos oficialmente.
En realidad, Japón nunca dejó totalmente de cazar ballenas, sirviéndose de un punto de la moratoria de 1986 que autoriza la captura de esos animales para la investigación.
Pero ahora, retomará públicamente la caza con fines comerciales, como ya hacen Islandia y Noruega.
Las críticas no han tardado en llegar. El gobierno australiano se dijo «extremadamente decepcionado» y exhortó a Japón a reconsiderar su posición.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores neozelandés Winston Peters envió a Tokio un mensaje similar, criticando «una práctica anticuada e inútil».
Sin embargo, Japón se abstendrá de cazar «en aguas de la Antártida o en el hemisferio Sur», precisó el representante del ejecutivo, Yoshihide Suga, en una rueda de prensa.
La caza estará «limitada a las aguas territoriales y a la zona económica exclusiva» de Japón, «conforme a las cuotas de capturas calculadas según el método de la CBI para no agotar los recursos», aseguró.
El Gobierno prevé que la retirada se haga efectiva el próximo 30 de junio.
– «El camino a seguir» –
Suga justificó la decisión por la «ausencia de concesiones por parte de los países únicamente comprometidos con la protección de las ballenas», y ello, «pese a que elementos científicos confirmen la abundancia de ciertas especies de ballenas», según él.
El desacuerdo pareció «evidente» durante la última reunión de la CBI en septiembre pasado, lo que llevó a Japón a tomar esta medida, explicó.
Esta instancia rechazó en ese momento el texto presentado por Japón, llamado «el camino a seguir».
Este pretendía poner en marcha una doble vía dentro de la CBI, una organización con 89 países miembros, para incluir la preservación y la caza comercial de ballenas. Esta última habría sido gestionada por un «comité de la caza de ballenas sostenible».
La propuesta habría puesto fin además a la moratoria impuesta a esta actividad en 1986, que Japón firmó.
Pero los países defensores de las ballenas, con Australia, la Unión Europea y Estados Unidos a la cabeza, rechazaron el texto nipón, con 41 votos contra 27.