En 2016, Jorge Pinos era chofer de una camioneta que trasladaba a periodistas de un diario de Manta (Manabí). Estaba sin equipo y sin dinero. Su papá le prestaba su vehículo para que se ganara unos dólares llevando a los comunicadores a sus coberturas.
La vida lo estaba condenando al retiro permanente. Lejos estaba de imaginar que estaría a un partido de disputar la final de la Copa Sudamericana con Independiente del Valle.
Pinos no tenía dónde jugar porque no había llegado a un acuerdo con Delfín para renovar su contrato después de conseguir el ascenso a la serie A, en 2015. Ganaba $ 500 mensuales y para continuar pidió el doble. La dirigencia no aceptó.
Había llegado al club “cetáceo” desde Barcelona, donde fue tercer arquero en la época del argentino Gastón “Gato” Sessa. La temporada estaba por empezar y seguía sin equipo.
Antes de que se cerrara el libro de transferencias, fichó por Liga de Portoviejo para disputar el torneo de la serie B. En la “Capira” no tuvo espacio. Era el tercer arquero y no tuvo minutos durante las primeras fechas del torneo. Por eso renunció al equipo sin haber debutado para buscar futuro fuera del país.
Un empresario lo llevó a probarse en clubes de Hungría. Después lo trasladó a Brasil, pero tuvo que regresar a Ecuador porque el representante lo estafó y lo abandonó. Quedó sin dinero y endeudado. Por eso tuvo que ganarse la vida como chofer.
Ignacio Loor, periodista radicado en Manta, conoció a Jorge Pinos en 2016. Recuerda que el guardameta era fijo en los turnos de fines de semana porque le gustaba ir a las coberturas deportivas. “Se sentía impotente cuando iba a los estadios. Decía que nunca le habían dado una oportunidad seria para demostrar sus cualidades”, recuerda Loor.
Su padre, que también se llama Jorge Pinos, fue arquero en la selección de fútbol amateur de Los Ríos. Él fue pieza fundamental para que Jorge no se retire. Gracias a sus contactos con dirigentes del Santa Rita, le consiguió un espacio para que se probara en el equipo de Vinces (Los Ríos).
En 2017 se probó en el Manta. En la primera y segunda prueba recibió el visto bueno del entrenador Jorge Alfonso, por lo que quedaron en llamarlo; esa llamada nunca llegó. Tuvo que volver a Santa Rita. Terminó siendo el portero menos vencido en las 43 fechas que jugó de las 44 que tuvo el torneo.
En 2018 fichó por Técnico Universitario y tuvo una buena campaña; contabilizó 2.700 minutos jugados en un total de 30 partidos. Su mejor racha en esa temporada fueron tres compromisos consecutivos sin recibir goles.
Sus destacadas actuaciones hicieron que Independiente del Valle se fije en él. Los dirigentes del cuadro “rayado” lo convencieron para que firme con el club, pero Técnico se interpuso en el camino aduciendo que Pinos tenía firmado con ellos un contrato por tres temporadas. El reclamo no prosperó y el arquero pudo unirse a Independiente.
Pinos vive el mejor momento de su carrera deportiva. Es quevedeño, pero dice sentir un cariño especial por Manabí. Su padre, tiene cerca de 22 años viviendo en Manta y su esposa es de Santa Ana. (El Telégrafo)