La ruralidad manabita se expone en museo en Calceta

Casas típicas y ancestrales de la campiña manabita, construcciones íntegras de madera y caña con toques modernos, artesanías, piezas y objetos de trabajo de culturas nativas de la Costa y de la Amazonía son parte de los elementos que se pueden apreciar en la Quinta Colinas del Sol, donde hay un museo antropológico cultural, en el sitio Cabello, en el kilómetro 2 de la vía Calceta-Canuto.

El 80 % del entorno de la quinta (de casi cuatro cuadras de extensión) está en estado natural, con recubrimiento vegetal. El sitio está próximo a la quebrada Bejucal. Las casas típicas ancestrales se conservan bien y se han tomado en cuenta detalles como el material de construcción y el tipo de tejido utilizado en la vivienda, asegura Eumeny Candelario Álava Párraga, su propietario.

Él es un profesor jubilado, de 75 años, historiador y amante de la cultura montuvia, como se autodefine. Dice que en el sitio hay una riqueza especial como las herramientas usadas típicamente en labores del campo, entre las que constan, sierras, escopetas, indumentaria, camas, jaulas, maletas, ahumadores, alforjas, hachas, macetas.

También hay planchas de antaño, lámparas petromax, molinos, radios, rallos, alambiques, instrumentos musicales antiguos como guitarras, violín, maracas, guiros y otros.

A los visitantes les llama la atención la cantidad de versos tallados en troncos de árboles y en otros espacios de este sitio abierto. En los escritos hay apodos de la región, canciones típicas, frases y dichos de la zona, los populares contrapuntos, chigualos, leyendas y más de la oralidad manabita.

La mayoría de los elementos que se exponen en el lugar son auténticos. Y para conservar los objetos se necesita un cuidado más prolijo. Algunas de las piezas están cubiertas por polvo y se están deteriorando. “No tenemos apoyo de ninguna institución”, sostiene Álava.

Otro atractivo, que está en el centro del lugar, es la casa típica rural, hecha de caña y techo de cade, con escalera rústica y que a la entrada tiene un balcón con flores, una sala y comedor con bancos de madera. En la cocina hay un horno y un moledor. Y en el comedor se puede degustar comida criolla.

También está la casa del árbol de guachapelí, con escaleras de caña, la preferida de los amantes de la aventura, dice César Eulogio Ganchozo Coll. La entrada no tiene costo. Y hay un parqueadero para visitantes. Para Álava lo importante es que se valore la identidad. (El Universo)

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