Cada detalle del patio y antejardín de su casa representa las costumbres, tradiciones o hechos históricos de Manabí. Libertad Regalado no solo quiere descubrir a su provincia con sus investigaciones, sino mostrarla.
En una pared de esa vivienda, por ejemplo, fue dibujado uno de los murales mantenses en el que se hace alusión al mar, las olas y la navegación. También hay ollas de barro, un horno de leña y vasijas donde las manabitas mezclaban varios ingredientes para crear recetas, que hoy son parte del patrimonio gastronómico local.
Tamia Manrique, su nieta, afirma que ese patio es el punto de encuentro de su abuela con sus familiares, gestores culturales y amigos.
Cuando hay visitas, en la mesa – ubicada cerca de una caseta construida con caña guadúa-, nunca faltan los platos típicos y las conversaciones sobre la historia y tradiciones como la gastronomía, el sombrero de paja toquilla, los amorfinos, entre otros. Esos temas se han plasmado en investigaciones que Regalado ha publicado con el respaldo de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.
La última investigación que realiza la historiadora, junto al sociólogo Wílmer Suárez, se trata del valor cultural que tienen los amorfinos.
Ellos buscan que esos más de 5 000 cánticos costeños sean declarados patrimonio cultural del país.
El proyecto es auspiciado por la Prefectura, que se encargará de crear una marca, encaminar la declaratoria, entre otros trámites.
Para Suárez ese proyecto ha sido enriquecedor, porque le ha permitido evolucionar académica y personalmente. Regalado ha compartido sus conocimientos sobre escritura literaria, que a ella le fluye de forma natural, asegura el sociólogo.
Él escribe con tecnicismos. Pero con este proyecto ha podido plasmar sus ideas de una forma creativa y muy fluida.
“Cuando Libertad lo leyó me dijo, entre risas, que el texto parecía que ella lo había escrito”.
Suárez afirma que la historiadora manabita es alegre y divertida, pero para trabajar es muy exigente. Siempre pide calidad y veracidad.
El padre de Libertad, Jorge Regalado, oriundo de Tulcán (Carchi), la educó para buscar la excelencia, recuerda.
Cuando era niña, le hacía leer literatura, como las novelas del ruso Fiódor Dostoyevski. Luego, debía hacer un resumen de la obra literaria y exponerlo. Esa metodología fue clave para que ella siguiera los pasos de su padre y también se convirtiera en docente escolar y universitaria.
En su niñez, la manabita oriunda de Jipijapa, tuvo que vivir en Atuntaqui por algunos períodos, debido al traslado de su padre. La diferencia gastronómica de esos lugares marcó su niñez. Ella se interesaba sobre cómo preparaban las humitas en Manabí y cómo las hacían en la Sierra.
El interés por la comida típica nació, hace 50 años, cuando escuchó un sonido particular en la cocina de su casa.
Provenía de un rallador con el que las mujeres desgranaban el maíz para luego preparar tortillas. Ese sonido y olor hicieron que ella siempre regresara a Manabí, hasta que en 1985 terminó sus estudios en la Universidad Técnica Particular de Loja y llegó para radicarse en Jipijapa, y luego en Manta, donde vive actualmente.
En 1990 empezó a recabar información sobre la gastronomía para escribir el libro ‘Manabí y su comida milenaria’. En esta investigación descubrió que había otras lenguas, como la quingnam o pescadora, que se hablaba en el norte del Perú, antes de la conquista de los españoles.
En un proyecto posterior comenzó a estudiar a los pescadores. El resultado se plasmó en otro libro: ‘Habilísimos pescadores’, que retrata la vida de los trabajadores del mar.
Manrique comenta que es fascinante escuchar a su abuela hablar sobre esa investigación. “Ella dice que en los pescadores está la esencia y la herencia de los antiguos habitantes del Manabí costero”. Ella ha escrito poemas sobre las tradiciones y ensayos académicos. Ha publicado 10 libros y es coautora de siete investigaciones. Una de estas es ‘Las hebras que tejieron nuestra historia’, que indaga sobre la paja toquilla. Viajó a Colombia, Perú y Bolivia en busca de información para su proyecto.
La docente universitaria Maritza Vásquez afirma que ese libro sirvió de base para que el tejido fino del sombrero de paja toquilla fuera reconocido por la Unesco como Patrimonio Inmaterial, en el 2012. Varias personas colaboraron, viajando a sitios recónditos de Manabí, para que ella pudiera concluir esa investigación.
Este año la meta será la publicación de una investigación sobre los amorfinos. “El aporte de Libertad para Manabí es invaluable”, señala Suárez.
Su trayectoria
Nació el 26 de abril de 1956 en Jipijapa, Manabí. Tiene diplomados en Lengua y Literatura, una maestría en Administración de Empresas y un doctorado en Ciencias Pedagógicas. Es jubilada y estuvo 50 años en el magisterio. La Asamblea le concedió en el 2020 la presea Matilde Hidalgo. (María Victoria Espinosa/El Comercio)