La tendencia es histórica. Entre las 367 carreras disponibles para este período, Medicina, Administración de Empresas, Derecho, Enfermería, Contabilidad y Psicología volvieron a ser las primeras escogidas por los bachilleres.
La Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt) ofertó 118 633 cupos entre los 223 institutos técnicos y tecnológicos, escuelas politécnicas y universidades, públicas y privadas del país. Entre la primera y segunda postulaciones se llenaron 101 391 y aún quedan disponibles 17 242.
No hay datos oficiales de los cupos otorgados en las carreras de mayor demanda, pero se terminaron en la primera postulación. Para los analistas, esto ocurre porque la oferta del mercado académico sigue siendo la misma y no se promocionan más las nuevas carreras.
Para este semestre, 17 de las 57 universidades públicas y privadas ofertaron Medicina, con un promedio de 100 estudiantes cada una. La saragurense Sara Guamán se inscribió en esta carrera, porque dice que su sueño desde niña es ser médica.
Sus padres son de escasos recursos económicos y saben que es una carrera costosa. La estudiante ha pensado qué futuro laboral le espera cuando termine los seis años de estudios.
Los jóvenes escogen las tradicionales por varias razones, dicen los expertos: influencia familiar, creen que las profesiones conocidas dan solvencia económica y son fáciles, a pesar de desconocer el futuro laboral de otras carreras.
Para Santiago Zúñiga, expresidente de la Sociedad Ecuatoriana de Médicos Posgradistas, los postulantes de Medicina tienen que saber que “este sector vive el peor momento… que se agravó con la pandemia del covid-19 y que no se avizora un futuro mejor”.
“No hay empleo ni políticas de estabilidad. Los hospitales enfrentan carencias y el Estado no tiene dinero. No hay una Ley de Carrera Sanitaria ni Código Orgánico de Salud”, explica el galeno.
Según el gremio, entre 3 500 a 4 000 profesionales egresan por año en el país y desde 2017 hay 9 000 casos represados de médicos generales que buscan una beca para una especialidad y que el Estado no logra cubrir.
Con ese complejo escenario, las universidades deben cambiar el modelo de ofertas académicas y tomar en cuenta las necesidades laborales en todas las actividades. Cada año aparecen nuevas carreras, pero casi no tienen salida o demanda.
Para este semestre, los centros de educación superior ofertaron más de 150 nuevas carreras en las áreas técnicas y tecnológicas, principalmente. Pero tienen poca acogida y “eso ocurre porque no se promocionan las ventajas para que sean atractivas”, dice Zúñiga.
La Universidad del Azuay (UDA), por ejemplo, abrió 11 carreras, entre ellas las tecnologías en Procesamiento de Lácteos, Turismo Rural, Joyería, Textil, Cerámica, Ventas, entre otras. Las inscripciones siguen, pero con poca participación.
Por eso, aún no se tiene la certeza de que funcione en este semestre. Según Patricia Ortega, directora de la Unidad de Formación Tecnológica, estas carreras están pensadas para beneficiar a la población rural con menos acceso a la educación superior.
El objetivo es motivar la generación de emprendimientos y que los jóvenes no migren. Son carreras cortas, de hasta dos años y medio, con colegiaturas económicas y necesarias para desarrollar al país en otros sectores, dice Ortega.
Para Juan Carlos Cabrera, juez y docente cuencano, mientras las autoridades de los diferentes organismos no se sienten a hacer política pública responsable con las ofertas de pregrado, nada cambiará en el país y habrá más desempleo entre los nuevos profesionales.
Él critica que estando saturado el mercado laboral, el Consejo de Educación Superior autoriza la apertura de las mismas carreras a otras universidades.
Cada año también aumentan los pedidos para abrir nuevos institutos técnicos y tecnológicos. Entre 2019 y lo que va de 2021 se han presentado 180 solicitudes y se dio paso a 11.
La lectura de Cabrera es que ciertas universidades ven por el lado del negocio. Al existir la demanda llega la oferta. “Pero nos preguntamos, ¿hasta cuándo los centros superiores van a seguir sacando a profesionales al desempleo?”. (El Comercio)