“Lo que la tierra nos da es sagrado, por ello lo sagrado son los alimentos”. Con esta frase Alfonso Zambrano Rodríguez muestra orgulloso una enorme yuca (1,25 de largo), una de las más gigantes que han visto hasta ahora los agricultores de la zona baja del valle del río Portoviejo.
La yuca, cosechada por Zambrano Rodríguez en la comunidad Alama, formó parte de la variedad de legumbres, hortalizas y frutas, productos ancestrales de la gastronomía manabita, que se expusieron en la segunda feria agropecuaria que se desarrolló en la comunidad Danzarín (centro de Manabí), el pasado 16 de septiembre.
Los comuneros llegaban cargados de los productos que cosechan en las parcelas que en la zona baja están bañadas por las aguas del río Portoviejo. Este corredor hídrico nace al pie de la represa Poza Honda, ubicada en la parte alta del cantón Santa Ana.
Junto a la Unidad Educativa Nicasio Zambrano Giler, la Asociación Agropecuaria, de la zona alta de Rocafuerte, en Danzarín, adecuó un espacio para acoger a los productores.
Fue toda una fiesta
Zambrano Rodríguez arribó cargado de su yuca que tenía cuatro ramificaciones. “El tubérculo sorprendió a los asistentes, parecía que era de otro planeta, la verdad nunca había visto algo similar en muchos años, especialmente desde que las lluvias son intermitentes”, dijo Rafael Cevallos, quien llegó desde la zona Tierras Amarillas.
Zambrano contó que la yuca de grandes dimensiones estuvo bajo tierra cerca de un año. “Mi hijo, que vive en Manta, me trajo la semilla; la regaba con poca agua cada día, nunca pensé que crecería tanto, pero ahí está; es mi orgullo”.
Una papaya de 55 centímetros de largo por 20 centímetros de diámetro fue la más grande entre las frutas. Fernando Llerena, agricultor de la zona Tres Charcos, estaba satisfecho, pues la fruta forma parte de su huerto familiar. “El trabajo en la tierra es nuestra herencia, viene de generación en generación, nos provee de los alimentos que necesitamos las familias que habitamos en las márgenes del río Portoviejo”.
Una tierra llena de contrastes
Rocafuerte se caracteriza porque su tierra sirve para la supervivencia, en algunas zonas apenas llueve una vez al año. Danzarín es una muestra de cómo se puede vivir, aunque la tierra es seca.
Johnny Mendoza es el presidente de la Asociación de Agricultores de la zona. A pesar de que las lluvias son escasas, se cosecha sobre las 5.000 hectáreas de maíz, nos alcanza con las lluvias.
Además acopiamos el agua lluvia en nuestras albarradas que son como las cisternas a cielo abierto que poseen los dueños de la tierra, aseguró Mendoza.
Cada año el maíz genera un promedio de $ 11 millones por cosecha, todo gracias al líquido de las albarradas, afirmó. La investigadora de la gastronomía y los alimentos de Manabí, Fanny Vergara, cuenta que los granos, frutas y legumbres están presentes desde los tiempos precolombinos.
Yuca, zapallo, camote, maíz y maní, siempre han sido la base de la alimentación de nuestros ancestros, afirmó. Rocafuerte, al estar en el centro de la provincia, se convierte en el eje de la producción variada.
Es donde los habitantes de las culturas, como la Manteña, siempre tuvieron una despensa en el valle del río Portoviejo al estar bañado por este corredor hídrico.
Aquí se escribió la historia de la provincia donde su gastronomía fue un factor destacado que perdura en nuestros días, reseñó Vergara. Byron Cobeña, del sector San Antonio, es amante de los cultivos de zapallo.
Él exhibió uno de sus ejemplares más curiosos. “No se trata de una calabaza. Este es alargado, algunas veces lo cosechamos así, llega a medir casi el metro de largo”. También mostró su mazorca de cacao gigante, casi de 50 centímetros. Considera que sus ancestros cosechaban las más grandes, pues así había contado uno de sus abuelos. (El Telégrafo)