Los stickers (pegatinas virtuales) existen para acercarnos en los chats, para lograr expresar en imágenes lo que en palabras no podemos o simplemente no queremos. Para reírnos de los temas más banales e incluso de los más complejos, para hacer planes, para conquistar y para plasmar en el plano digital expresiones corporales y cotidianas.
La cara de un bebé riendo a carcajadas, la cara del jefe que nos mira con indiferencia, la cara chistosa de un amigo al que le tomamos una foto desprevenido y hasta las expresiones de Lenín Moreno, Rafael Correa, Jaime Nebot y Guillermo Lasso hacen parte de la galería de stickers que guardamos en Whatsapp.
Esta funcionalidad a la que se puede acceder desde el emoji en la parte inferior de la pantalla junto a la barra para los mensajes, ha tomado tanta fuerza que los emoticones, los memes y los gifs han quedado un poco desplazados y casi en el olvido.
Estos pictogramas han llegado para quedarse y en eso coinciden expertos dedicados a los medios sociales como Nuno Acosta (Agencia Laika) y Natalia Macías (Performance). Es más, los consideran una táctica que las marcas pueden usar para mezclarse en las conversaciones diarias.
No estamos frente al reemplazo directo del texto, pues no existe un lenguaje universal donde cada sticker tenga un significado, cada quien los usa e interpreta como le conviene. Lo que sí estamos, según Macías, es frente a una nueva dinámica de compartir emociones y expresiones, de una manera más divertida, cercana y rápida.
Antes, una forma de “guiñar un ojo” era tecleando un punto y coma y, un paréntesis de cierre –;) –. Luego llegó el emoticón (la carita redonda amarilla y hasta el monito). Hasta que Whatsapp, Telegram y otras plataformas se perfeccionaron y encontraron el recurso, hasta ahora más significativo, para interactuar en sus plataformas.
Si usted aún no es parte de esta tendencia puede descargar la app Sticker Studio en su móvil y ponerse creativo. Con esta opción puede recortar imágenes y con ellas crear pegatinas para que las comparta a sus contactos.
Este nuevo lenguaje no es un amenaza al español, como en su tiempo fueron las abreviaturas, por el contrario, emplearlos con un poco de creatividad, puede transformar un chat en fragmentos de diálogos de grandes obras. (EXPRESO)