Las personas que trasnochan tienen más riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2 que las personas que madrugan, ha concluido una revisión de estudios que analizan si acostarse tarde o levantarse temprano influye en la salud llevada a cabo por la Universidad de Northumbria (Reino Unido).
La razón que aducen los investigadores, cuyo trabajo se ha publicado en ‘Advances in Nutrition’, es que las personas con preferencia por la noche tienen más riesgo de tener mala salud porque siguen patrones de alimentación más erráticos y consumen más alimentos poco saludables.
En concreto, el estudio indica que las personas que se van más tarde a la cama tienden a llevar dietas poco saludables, consumen más alcohol, dulces, bebidas con cafeína y comida rápida que los madrugadores. Además, sus dietas contienen menos cereales y verduras y comen menos veces, pero comidas más grandes, lo que influye en la posibilidad de sufrir una enfermedad crónica. En cambio, los madrugadores comen más frutas y vegetales al día.
«La evidencia científica provee de un conocimiento cada vez mayor en la relación entre el cronotipo, la dietea y la salud cardiometabólica. En general, estudios transversales sugieren que un cronotipo vespertino está asociado con una menor ingesta de frutas y verduras y una mayor ingesta de bebidas energéticas, alcohólicas, azucaradas y con cafeína, sí como una mayor ingesta de energía proveniente de los alimentos naturales», ha explicado el científico participante en el estudio, el doctor Leonidas G. Karagounis.
Comer tarde durante el día está relacionado con un riesgo elevado de diabetes tipo 2 porque el ritmo circadiano influye en la manera en que el cuerpo metaboliza la glucosa. La glucosa disminuye a lo largo del día y alcanza su punto más bajo por la noche. Por ello, las personas que comen antes de irse a la cama tienen unos niveles muy altos cuando van a dormir, lo que hace que el cuerpo no siga su proceso biológico.
Esto también afecta a las personas que trabajan en turnos, especialmente en turnos rotativos, ya que ajustan constantemente el reloj de su cuerpo para adaptarse a las horas de trabajo. Los investigadores han descubierto que esto reduce su sensibilidad a la insulina y afecta su tolerancia a la glucosa, lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
«Tener un cronotipo vespertino se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2, lo que puede deberse a un comportamiento alimentario y una dieta más deficiente. Nuestra revisión también ha hallado que las personas que tienen un menor control de su diabetes son más propensas a ser trasnochadoras», ha revelado la doctora Suzana Almoosawi, participante en el estudio.
Otros resultados
De manera paralela, el estudio también ha concluido que las preferencias de las personas por levantarse temprano y acostarse tarde cambian en diferentes puntos del clico de la vida. El cronotipo de la mañana es más común en los niños y puede aparecer cuando el bebé tiene solo tres semanas de vida.
Esto cambia durante la infancia. Más del 90 por ciento de los niños de dos años tienen una preferencia matutina, pero este porcentaje decae al 58 por ciento a la edad de seis años y se desplaza más hacia la preferencia nocturna durante la pubertad. Esta preferencia por la noche continúa hasta que el adulto llega a los 50 años, que es cuando vuelve a preferir la mañana.
«La revisión ha puesto de relieve una brecha importante en nuestra comprensión de cómo nuestro reloj biológico afecta la ingesta de alimentos en bebés, niños y ancianos. Si bien la mayoría de los bebés sincronizan su reloj corporal con el de sus madres, cuando llegan a los seis años de edad, se observa que una gran proporción comienza a mostrar signos de desarrollar un cronotipo vespertino. No sabemos si los cambios fisiológicos, los horarios escolares o los horarios sociales determinan este cambio», ha indicado la doctora Almoosawi.
«En los adolescentes, también encontramos que el cronotipo nocturno está relacionado con un comportamiento alimentario más errático y una dieta más pobre. Esto podría tener implicaciones importantes para la salud en la edad adulta, ya que la mayoría de los hábitos alimenticios se establecen en la adolescencia», ha agregado la investigadora.
Por otra parte, según el estudio, la etnicidad y la sociedad pueden influir sobre el cronotipo. Por último, el estudio también ha hallado que los trasnochadores pueden acumular una falta de sueño durante la semana y dormir más durante los fines de semana para compensarla, mientras que los que se levantan temprano tienen unas diferencias más pequeñas en sus patrones de sueño durante la semana.