Es la segunda vez que Cecilia Reyes viaja a Guayaquil desde La Libertad, cantón de la provincia de Santa Elena, intentando retirar el cadáver de su hijo, Víctor Hugo Baquerizo Reyes, de 20 años.
Al dolor que siente la madre por no haber podido sepultar a su vástago, a cuatro meses de su muerte, se suma el horrendo recuerdo de haber encontrado una parte de su cuerpo cortada.
Este miércoles 26 de agosto de 2020 por la mañana, Cecilia acudió al laboratorio de Criminalística, en el suroeste del Puerto Principal, con una carpeta donde guardaba fotos de su vástago. Preguntó que cuándo le entregan los restos de su allegado, pero le dijeron que regrese en 15 días, porque aún no se reconoce el cuerpo.
La pesadilla de la progenitoria empezó el viernes 24 de abril de este año. Ese día, su retoño salió en su moto a las 18:00, pero no regresó a dormir a casa. “Dijo que iba a hacer un flete”, recordó la dama.
Cecilia, desesperada, salió a buscarlo al día siguiente, sin éxito. En tanto, el domingo la agotadora tarea dio frutos, aunque no como ella esperaba.
“Encontré una parte del pie en una cantera (…). Lo reconocí por la dentadura y un pedacito de su pantalón que quedó”, relató la fémina.
Cecilia observó la extremidad cercenada en el sector de Cerro Alto, un área árida y de vegetación seca, ubicada a un costado de la vía a San Vicente, en la referida provincia.
Al ver tan macabra escena, lo único que Cecilia pudo hacer, cuando por fin logró calmarse, fue llamar a la Policía. Luego, un grupo de agentes inició otra búsqueda por aquella zona y sus alrededores para hallar el resto del cuerpo.
Un día después, el lunes, los uniformados pudieron localizar un cadáver que presumiblemente sería el de Víctor. Una semana después, a Cecila le extrajeron una muestra de sangre para realizar un cotejamiento.
El fallecido también se dedicaba a vender mariscos para ganar algo de dinero y colaborar con sus padres.
El joven era el cuarto de cinco hijos. Su madre refirió que él no tenía enemigos. Por eso no entiende quién le quiso hacer daño, aunque sospecha que se trató de un mal entendido.
“Lo confundieron como cuatrearo (…). Lo mataron, lo quemaron”, comentó. La motocicleta en que se movilizaba el chico también fue incinerada.
A pesar de su tormento, Cecilia dijo que si no se determinan culpables del crimen, ella pone su esperanza en la justicia divina y en el Creador.
Mientras tanto, lo que más anhela es poder enterrarlo y tener una tumba donde llorarlo. Hasta que eso sea posible, ella colocó un pequeño cartel con la foto de Víctor en el punto exacto del hallazgo para, al menor, orar allí por él. (Extra)