A Lorena (nombre protegido) su familia no la perdona por haber supuestamente asesinado a su propia hija Selena Michell (16 años). Por este hecho, ocurrido en Manta, provincia de Manabí, el 22 de noviembre de 2020, fue sentenciada a 34 años de prisión.
Una rara mezcla de dolor, calma y temor, invaden a María, hija de la sentenciada y hermana de la víctima. Ella, tras el suceso, prometió frente al cadáver de su ñaña que llegaría hasta las últimas consecuencias, pese a que la decisión podría hundir en la cárcel a su propia madre.
“No fue fácil pararse frente a las autoridades, no ha sido fácil decir ‘vengo a denunciar a mi madre por matar a mi hermana’; muchas personas me señalaron porque todo esto la afectaría a ella, pero si no lo hacía significaba que no me importaba la muerte de mi hermana”, indica María a EXTRA.
Sin embargo, la sentencia tampoco sana su dolor. “Ni todos los años podrán curar las heridas que esta mujer nos causó. Estoy de acuerdo con la pena, porque fue la máxima, pero del resto se encargará Dios”, dice entre sollozos.
Pero hay algo que a María le tortura su corazón y es que su madre no haya dado señales de arrepentimiento de lo cometido aquella noche de noviembre cuando apuñaló a su hija en medio de una discusión por un celular que la señora se habría sustraído. Por lo contrario, asegura, han existido mensajes amenazantes por parte de ella a través de redes sociales.
“Si Dios me castiga por esto, lo aceptaré”, exclama mientras mira con nostalgia un retrato de su ñaña fallecida.
“Una madre es para cuidar, proteger a sus hijos bajo cualquier circunstancia, les guíe, oriente y los lleve por el camino del bien. No estoy de acuerdo con lo que hizo y no la puedo perdonar, pido que ella se arrepienta y Dios la perdone”, manifiesta Carmen, madre de la sentenciada.
“Estoy segura que si ella hubiera dicho ‘mamá, familia e hijas, perdónenme, no estaba consciente’, otra fuera la situación”, agrega.
Muestra genética
Según las autoridades judiciales, durante el juicio, Lorena intentó hacer creer que padecía problemas mentales, pero los jueces determinaron que no sufre esquizofrenia.
El fiscal Paco Delgado indicó que una prueba clave para la sentencia fue una muestra genética en la que se corroboró que las manchas de sangre halladas en la ropa de Virginia eran de su hija.
El asesinato es castigado con 26 años, sin embargo, según Delgado, existieron agravantes que derivaron en la máxima pena.
Apelará la sentencia
William Mieles, abogado defensor de Lorena, indicó que apelará la sentencia, porque considera que ha sido “desproporcionada y desajustada” a la realidad procesal.
“Se pudo probar a través de testimonios de policías, peritos, testigos, tres de ellos presenciales, y otros familiares que también llegaron luego a la escena, que la ciudadana se encontraba tomando desde horas de la mañana y la hora del hecho fue a las 23:00”.
Mieles busca rebajar la pena a 22 años, “una pena proporcional. No negamos que provocó ese hecho, pero nos basamos en los niveles de culpabilidad que se encuentran previstos en la norma”, argumentó el jurisconsulto.
“Decisión motivada por lo que vivió”
Para la psicóloga Lisbeth Párraga, este caso lleva muchos matices, y que una hija haya encabezado una denuncia en contra de su madre tuvo que ser motivada por situaciones que de antemano conocía, basadas en la convivencia, abuso o negligencia.
“Todo esto suele ser un precedente que los chicos tienen para tener argumentos de base para una acusación”.
Agrega que, de manera general, es un tema bastante complejo, porque los vínculos o apegos que se ejerce con la madre suelen ser fuertes. “Que alguien tome valor para hacerlo implica que tenga que ser víctima de juzgamiento, que se la tache de no ser una buena hija, porque ante la sociedad se prevé que la madre debe cuidar y proteger a sus hijos, mas no infringir violencia, esta decisión está motivada de acuerdo a lo que vivió y enfrentó”. (Alejandro Giler/Extra)