En 1630, un nativo llamado Domingo Chóez,conjuntamente con el criollo Francisco Delgado, unieron la técnica y forma de la toca con la de los sombreros españoles. Nació así el sombrero icónico del mundo: el montecristi.
Las expediciones botánicas enviadas por el rey de España Carlos IV a la América del Sur, de 1788 a 1798, fueron encabezadas por los famosos botánicos Hipólito Ruiz (1754-1840) y José Pavón (1754-1817), y luego por Juan Tafalla (1755-1811). Ellos descubren más de mil especies vegetales detalladas en sus libros Flora peruviana et chilensis y Flora huayaquilensis. Entre ellas describen la planta paja toquilla, y le dan el nombre de Carludovica palmata, en honor al rey Carlos IV y a su esposa, María Luisa, que en latín se escribe Ludovica. Nombran a la especie como palmata, ya que parece una palma, pero no lo es.
Las referidas expediciones botánicas comprobaron que esta planta toquilla era originaria del Ecuador, a pesar de que está presente desde Centroamérica hasta Perú, debido a su diversidad y abundancia en nuestro país, y porque era muy común en las culturas indígenas costeñas y también en las amazónicas, pues la usaban para sombreros los primeros y para techar las casas, canastos, redes de pescar y como alimento los segundos.
En los siglos XVIII y XIX, el sombrero montecristi o jipijapa es fuente de desarrollo social, cultural y económico en Ecuador. Su producción se expande a Cuenca, y en 1854 los ingresos por la exportación de sombreros superaron a los del cacao. Y el gran salto se da luego, al exportarse miles de sombreros para los operarios de la construcción del canal de Panamá (1904-1914).
Pero quien lo pone de moda en el mundo es el presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt,quien en noviembre 14 de 1906 visita la construcción del canal de Panamá. El primer presidente de ese país, don Manuel Amador Guerrero, con lazos familiares en Guayaquil, le obsequia un fino montecristi, noticia que se difunde por el mundo.
El 5 de diciembre de 2012, la Unesco declaró al sombrero montecristi como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, en las manos geniales de los artesanos que tejen este arte inigualable y extraordinario.
El proceso de creación de un sombrero montecristi, y sus estándares de calidad
Hace unos días, con mi compadre zamorano Guillermo Hasing tuvimos la oportunidad de visitar Pile, en la provincia de Manabí, el principal y más antiguo pueblo y centro de fabricación de los famosos montecristis, ubicado muy cerca de la ciudad que les da su famoso nombre, donde pudimos observar la labor y tradición que ancestralmente lleva la población de esta comunidad, donde el 80 % de los mil habitantes se dedica a este arte para producir con gran esfuerzo la artesanía montubia más famosa del mundo.
Y vimos la cosecha de los cogollos de la toquilla y luego los demás pasos para la confección de un sombrero fino, como:
1. Golpear en el suelo los cogollos para luego…
2. Desgarrarlos con las uñas de las manos o con los pies.
3. Lavado y cocción de los manojos de paja.
4. El secado.
5. El horneado con leña, para blanquear la paja y eliminar la clorofila; y luego…
6. El tejido en una posición muy esforzada e incómoda, que demora hasta 4-5 meses por sombrero,dependiendo de su calidad.
La calidad de un sombrero montecristi se mide en grados o hebras por pulgada cuadrada, siendo los más finos los de grado 60 (sesenta hebras por pulgada cuadrada), que usan los artistas y que pueden costar miles de dólares.
Pensaba que mi viejo montecristi era muy fino, ¡pero los expertos artesanos montubios me dijeron que no llegaba ni a grado 15!
Desde hace años quería visitar Pile, y al fin logré esta gran experiencia, y hasta me enseñaron a tejer un pedacito de sombrero montecristi. El Gobierno del Ecuador tiene la obligación de reactivar la Escuela de Artesanos de Sombreros de Pile, que hoy no funciona por falta de apoyo gubernamental.
¡Volveremos a Pile por un fino montecristi de grado 61! (O)