Santa Elena, Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas son las provincias más golpeadas por la pandemia según el número de fallecidos en relación con la población.
El impacto real que tiene la pandemia del Covid-19 se mide a través del número de fallecidos que hay en una determinada población, dicen los epidemiólogos.
En Ecuador, Santa Elena, Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas son las provincias que han sentido con mayor fuerza las secuelas de la enfermedad. Estas tres localidades tienen, según los datos oficiales del Ministerio de Salud, la tasa de fallecidos más alta por cada 100.000 habitantes.
El panorama puede ser todavía más sombrío considerando que el reporte oficial del Gobierno tiene limitaciones: en esas cifras, por ejemplo, no constan las personas que tenían síntomas de la enfermedad, pero fallecieron sin un diagnóstico.
Tampoco refleja las muertes asociadas a la pandemia -o lo que se conoce como muertes por exceso- cuyos datos son contabilizados por el Registro Civil.
Julio, mes mortal para Santo Domingo
El número de fallecidos en Santo Domingo de los Tsáchilas ha crecido aceleradamente desde inicios de julio de 2020.
Algunos días se han reportado hasta 18 fallecidos diarios en una población de alrededor de 458.000 habitantes. Antes de la pandemia, la cifra de decesos en un día llegaba hasta máximo cinco casos.
La tasa de fallecidos en Santo Domingo, según el Ministerio de Salud, es de 49,1 por cada 100.000 habitantes, cifra similar a la de Manabí que tiene 1,5 millones de pobladores.
Núñez dice que los dos hospitales destinado a recibir a pacientes con coronavirus trabajan a tope. Las 26 camas que hay en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están llenas. Tampoco hay respiradores mecánicos y el riesgo de que el número de muertes crezca está latente.
A esto se suma que las 144 camas de hospitalización que hay en la provincia también están llenas, por lo que se instalarán “100 camas en carpas móviles en las afueras del Hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social”.
El problema en Santo Domingo de los Tsáchilas, dice la prefecta, es que en las últimas semanas ha recibido pacientes de provincias limítrofes como Esmeraldas y Manabí, lo que ha saturado aún más el sistema hospitalario.
La provincia, además, está sufriendo las consecuencias de alta movilidad que tiene al ser una de las vías de conexión entre la Sierra y la Costa.
“Santo Domingo es una de las zonas de paso más grandes del país, por la que se movilizan cientos de personas a diario”, dice el epidemiólogo Francisco Espinoza.
Según él, el intercambio comercial así como la salida y llegada de personas es, seguramente, la principal causa para que esta provincia registre más casos de contagios y decesos en las últimas semanas.
Aunque también contribuye la indisciplina ciudadana.
Hasta junio de 2020, Santo Domingo era una provincia con un bajo índice de violaciones al toque de queda, de fiestas y de aglomeraciones. Eso cambió desde finales de ese mes: ahora, según el ECU-911, la provincia tiene el mayor número de violaciones al toque de queda.
Esta provincia, además, se encuentra entre las cinco localidades con más aglomeraciones y fiestas clandestinas.
De las 42.919 aglomeraciones que registra el ECU 911, Santo Domingo de los Tsáchilas aporta con 1.696. Mientras que, de las 11.418 fiestas clandestinas, esta provincia registra 553.
¿Qué pasó en Santa Elena?
Esta provincia costera, que tiene 401.000 habitantes, reportó la muerte de hasta 36 personas diarias en abril, cuando se registró el pico de la enfermedad. Antes de la pandemia, la cifra promedio de fallecimientos era de cuatro.
En parroquias rurales, como Colonche y Chanduy, se han reportado más de 100 fallecidos en cada una desde inicios de marzo, cuando el virus llegó a Santa Elena.
Estas poblaciones no superan las 2.000 personas.
El prefecto de Santa Elena, José Daniel Villao, reconoce que la pandemia trajo consecuencias “inimaginables en la provincia, pero dice que poco a poco la ciudadanía ha ido recuperándose”.
Tanto así que el funcionario ya piensa en la reactivación económica. Él considera necesaria la reapertura de las playas para reactivar el turismo, la segunda actividad económica más importante detrás de la pesca en esa provincia.
Lo dice aunque reconoce que, en las últimas semanas, ha evidenciado que la ciudadanía irrespeta las medidas de bioseguridad.
A pesar de eso, espera que la provincia pase al semáforo verde en agosto porque “no queremos vivir una crisis económica-social, además de la sanitaria que dejó tantas muertes”.
Las muertes en otras provincias
Ecuador, dice el Ministerio de Salud, tiene una tasa de 32 fallecidos por cada 100.000 habitantes, pero hay siete provincias con una tasa de mortalidad más alta que ese promedio:
El Oro: 45
Chimborazo: 39
Guayas: 38
Napo; 36
Pastaza: 35
Los Ríos: 34
Cotopaxi: 33
El epidemiólogo Francisco Espinoza cree que estas cifras responden al relajamiento de las restricciones que implementó el Comité de Operaciones de Emergencia para buscar la reactivación económica del país. (Primicias)