Diario Expreso.-
A José Manuel Parrales Castaño su familia aún lo espera. Su hija de cuatro años, su esposa y su madre no se han resignado y mantienen viva la esperanza de volver a verlo.
El 28 de noviembre de 2023, José Manuel salió a una faena de pesca de tres días, como tantas veces. Debía volver el 1 de diciembre, fecha para la cual ya estaba previsto el retorno, pues la comida y el combustible se planificaron para ese tiempo. Pero ese día, él no regresó.
La mañana del 1 de diciembre de ese año, pescadores de la parroquia San Mateo reportaron haber sido víctimas de un ataque armado perpetrado por piratas del mar, grupos que se han convertido en una verdadera amenaza para las caletas pesqueras de la provincia de Manabí.
A la esposa de José Manuel le avisaron inicialmente que su esposo había sufrido un robo. Nunca imaginó que se trataba de algo más grave. Cuando llegó al muelle, le revelaron que la embarcación de José Manuel había sido blanco de un ataque pirata. Ella recuerda ese momento con claridad para EXPRESO: “Nunca pensé en nada malo. Mi corazón y mi mente nunca creyeron que algo terrible le había pasado. Estábamos confiados de que era un caso más de los que se producen en nuestra zona. Los pescadores sufren el robo de motores, pero siempre los dejan en sus embarcaciones”.
Ese mismo día, un pescador llegó herido con impactos de bala y advirtió que varias naves habían sido atacadas. A partir de ese momento, la incertidumbre comenzó a crecer.
Desde el 1 de diciembre se reportó la desaparición de seis pescadores de la parroquia San Mateo, una de las caletas más productivas de Manta.
El ‘protocolo’ de búsqueda que autogestionan las comunidades pesqueras
De inmediato, familiares y vecinos organizaron una búsqueda por sus propios medios. Varias embarcaciones salieron al mar gracias a cadenas solidarias que permitieron dotarlas de combustible, mientras la comunidad realizaba actividades benéficas para sostener las operaciones de rescate.
Pese al esfuerzo colectivo, la búsqueda no dio resultados. Pasaron los días y las noticias no llegaban. La incertidumbre empezó a ganar fuerza y las familias comenzaron a agotar las posibilidades. Sin embargo, la esperanza en el corazón de los seres queridos de José Manuel nunca se apagó.
El 5 de diciembre de 2023 ocurrió algo que sacudió a la población: fueron hallados tres de los seis pescadores. Sus cadáveres aparecieron a 90 millas náuticas de las costas de Manta, en avanzado estado de descomposición y con impactos de arma de fuego, según el reporte policial. Sin embargo, entre ellos no estaban José Manuel ni sus compañeros Carlos Mero y Leonardo Lucas. Sus cuerpos no han sido encontrados hasta la fecha actual.

Para la familia, ese hecho mantiene vivo un hilo de esperanza. Creen que podrían estar en algún lugar, esperando ser hallados. La esposa de José Manuel cuenta que aún sueña con él. En esos sueños, dice, él le pide que no deje de buscarlo, que no lo abandone, que lo siga pensando.
La familia ha vivido momentos especialmente dolorosos. Ese 1 de diciembre en el que debía regresar, tenían preparada una celebración por el cumpleaños de su madre. Incluso, las últimas palabras de José Manuel a su esposa fueron que dejara todo listo para el festejo, que él volvería porque quería invitar a comer a su mamá y celebrar con ella. Aquellas ilusiones se desvanecieron abruptamente.

La nave de José Manuel fue encontrada días después al norte de Manabí, sin rastro de él ni los demás. A dos años de esa desaparición, su familia mantiene encendida la misma convicción con la que empezó esta historia: la esperanza de que José Manuel Parrales pueda regresar a casa.
Esta es una de las muchas historias que evidencian que el sector pesquero artesanal del Ecuador atraviesa uno de sus momentos más críticos.
La respuesta de la Capitanía del Puerto de Manta
En lo que va del 2025, 22 personas permanecen desaparecidas, cifra que incluye a los tripulantes del barco pesquero Patricia Lynn, extraviado en diciembre de 2024, según los registros de la Capitanía del Puerto de Manta.
La violencia criminal y la crisis económica golpean al sector. Jhonny Holguín, dirigente de la Federación de Organizaciones Pesqueras y Análogos del Ecuador (Fopae), advierte que la actividad ha experimentado una reducción en varias provincias.
Holguín explica que actualmente solo el 5 % del sector pesquero artesanal está operando en Esmeraldas y El Oro, mientras que en Manabí apenas trabaja el 10 % y en Santa Elena el 15 %. “Estamos sobreviviendo, todo el sector pesquero artesanal de Galápagos y la zona costera del continente”, señala.
Como respuesta al fenómeno delictivo, el capitán del Puerto de Manta, Carlos Delgado, asegura que se despliegan cinco retenes marítimos, con horarios y zonas alternadas para vigilancia rutinaria.
“Siempre se intenta que la reacción sea inmediata, pero en el mar los tiempos son distintos. Un buque no puede avanzar al ritmo de un vehículo terrestre”, afirma Delgado.
El capitán aclara que toda alerta debe generarse a través del ECU-911, que coordina con la capitanía correspondiente.
“No podemos movilizar medios porque alguien dice ‘me dijeron que están robando’. Un operativo naval requiere verificación previa”, dice y agrega que el proceso incluye comprobar la identidad del denunciante, confirmar datos de la embarcación y descartar falsas alarmas.
Acciones oficiales insuficientes
Para el sector pesquero son insuficientes las acciones de control. Entre su dirigencia se insiste en que, desde hace más de cinco años, los robos de motores y de pesca son un problema diario. Por esa situación, muchos han abandonado sus faenas, para buscar otras formas de generar ingresos y cumplir con las deudas adquiridas para comprar motores y herramientas de pesca.
“Estamos en uno de los peores momentos del sector pesquero: ‘vacunas’, inseguridad, la pesca no está dando (réditos). Es una situación triste. Da temor hacer préstamos porque si los piratas se llevan todo, no habrá con qué pagar. Estamos a la voluntad de Dios. No sabemos si salimos y regresamos vivos o muertos”, expresa Holguín.
A la baja actividad que registra el sector pesquero se suma un problema aún más grave, según Holguín: la pesca es cada vez más escasa y no tiene precio justo. La reducción de capturas ha provocado un fuerte desabastecimiento en los mercados, lo que a su vez podría abrir la puerta al ingreso de producto extranjero.











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