La Fiscalía logró sentencia condenatoria en contra del ciudadano Antony Kevin Alcívar Soto por la muerte de su cónyuge, Leidy Johanna Arenas. L., ocurrida el 22 de marzo de 2019.
La víctima era de nacionalidad colombiana, tenía 32 años y vivía en el país hace aproximadamente tres años. En la audiencia de juzgamiento realizada el pasado 5 de agosto, en la Unidad Judicial del cantón Milagro, el fiscal Darwin Baldeón Herrera, presentó las pruebas documentales y testimoniales que demostraron la participación del procesado como autor directo del delito.
Entre las pruebas documentales se incluyeron el levantamiento del cadáver, el protocolo de autopsia, el reconocimiento del lugar de los hechos y la interceptación de llamadas del celular del procesado, que confirmaron la relación con la víctima.
Entre los testigos presentados por la Fiscalía constan los peritos e investigadores de Criminalística y de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestro (Dinased), así como médicos, psicólogos, familiares de la fallecida y otras personas que presenciaron el hecho.
El Tribunal Penal, conformado por los jueces Nancy Maldonado Flores, Mariana Serrano y Stalin Loor, acogió las pruebas presentadas por la Fiscalía y emitió sentencia de veintiséis años de pena privativa de libertad, una multa de mil salarios básicos unificados y como reparación integral a los familiares de la víctima, la cantidad de 227.780 dólares, además se dispuso tratamiento psicológico a los hijos de la mujer.
Antecedentes
El 15 de julio de 2018, agentes de la DINASED Milagro acudieron hasta la hacienda San Jacinto, en la parroquia Roberto Astudillo. En uno de los cuartos destinados para los empleados, Alcívar le propinó varios machetazos a la joven tras una discusión. Usó un machete que fue encontrado por los agentes cerca de la escena del delito, mientras que, sobre su paradero, no se tenía ningún tipo de información, pues huyó con rumbo desconocido.
Afortunadamente, a pesar de las heridas de gravedad que Leidy presentaba en su mano derecha, antebrazo izquierdo, tórax y cabeza, logró ser auxiliada y llevada al Hospital de Naranjito para estabilizarla y trasladarla al Luis Vernaza en Guayaquil.
Desde aquel día, las autoridades emitieron una orden de captura para Alcívar Soto e ingresaron al Programa de Protección de Víctimas y Testigos a la joven para, luego de los trámites pertinentes, enviarla a su natal Colombia.
Regreso con engaños
Poco menos de un año y ante las promesas de una vida mejor, de cambios en su actitud y de ya no celarla, Leidy decide dejar su país y retornar a Milagro para regresar con quien días después, cumplió su promesa de asesinarla.
Hace tres meses aproximadamente llegaron a vivir en la ciudadela Dáger. Alquilaron un cuarto en las calles Río Chanchán y Río Santiago. Ahí, según el arrendatario, Segundo Orvea, libaban con frecuencia y las peleas eran seguidas.
“Ella se le iba por dos o tres días y de nuevo regresaba. Yo ya les decía que no me hagan cantina esto porque el cuarto es para vivir no para hacerlo cantina”, mencionó el dueño del inmueble en el que habitaba la pareja.
Por su parte, según el pastor Milton Chuzán, Leydi llevaba alrededor de dos meses asistiendo a la iglesia El Buen Samaritano y hace un par de semanas, se estaba refugiando en casa de su hermana, por el temor a que Antony le haga daño.
“Ella sabía de la sentencia de muerte que él le había hecho. Él ya le había dicho que si no era de él, no era de nadie”, sostuvo Chuzán.
La siguió hasta matarla
Según las investigaciones realizadas hasta ahora, minutos antes del asesinato, Leidy acudió hasta el cuarto donde vivía para retirar sus cosas y regresar a Colombia. Sin embargo, su pareja le habría estado siguiendo y, bajos los efectos del alcohol, la atacó sin darle oportunidad alguna a escapar.
Leidy luchó con su agresor para intentar salvar su vida, pero no pudo y finalmente recibió las puñaladas mortales por parte de quien la engañó para recuperar su confianza.
El populacho lo capturó
Una vez consumado su objetivo, el joven de 22 años de edad salió a precipitada carrera con el arma homicida en sus manos y lleno de sangre. Los moradores que se dieron cuenta de lo que había hecho lo siguieron por tres cuadras hasta que lo capturaron. Intentaron lincharlo, pero la Policía Nacional lo impidió y, por el contrario, pidieron una ambulancia para brindarle atención médica ante las heridas que le causaron en la cabeza.