Miles de afectados por la tragedia del Volcán de Fuego, en Guatemala, se enfrentan a una nueva realidad

Para muchos de los sobrevivientes de la tragedia del Volcán de Fuego, del pasado 3 de junio, es una pesadilla enfrentarse a su nueva situación. Casi nadie tuvo tiempo de sacar sus pertenencias y lo poco que quedó está destruido a causa de las toneladas de material volcánico que cayeron sobre las casas de varias comunidades que por años han vivido en las faldas del coloso.

Las autoridades guatemaltecas tienen a su cargo al menos 18 albergues en varios departamentos, donde las familias que sobrevivieron deben acostumbrarse a compartir el espacio donde, incluso, duermen.

Una de las comunidades afectadas es la 15 de octubre La Trinidad, donde decenas de familias vivieron durante casi dos décadas. Esta colonia fue un terreno que les otorgó el Gobierno en resarcimiento por el conflicto armado interno que duró 36 años en Guatemala y que, en muchos casos, obligó a muchas familias a radicarse en el exilio.

Ahora les toca comenzar de nuevo. Ya no pueden volver a su comunidad mientras las autoridades analizan declarar a ésta y otras áreas afectadas, como zonas inhabitables.

¿Cuánto tiempo permanecerán las 3.000 personas en estos albergues? ¿Tienen las autoridades en Guatemala las herramientas para atender a las miles de familias que se quedaron sin nada?

Juana Mendoza, tenía casi dos décadas de vivir en la colonia 15 de octubre La Trinidad, un lugar que fue evacuado por las autoridades de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, Conred. El 3 de Junio, mientras caía material piroclástico del volcán de fuego, ella le rogaba a su madre que abandonaran su casa pero, según dice, no fue nada fácil disuadirla.

«Oí que no quería salir y me puse a llorar; viene otra mi hija y me agarra. ‘Vamos mami’. Ya me estaba subiendo a la camioneta cuando me dice (su hija), ‘vamos a traer a abuelita’. Me dice. Vino mi yerno a cargarla a ella y dijo: ‘vamos’. Para salir a la carretera, ya lo último era. Ella no quería salir de la casa».

Esta comunidad se encuentra a un costado de El rodeo, una de las 9 comunidades más afectadas por la erupción del coloso de fuego. Desde ese lugar se visualizan los tres volcanes, el de Fuego, Pacaya y Santiaguito. Hace 20 años Juana y su familia, al igual que otras 45, regresaron a Guatemala después de permanecer 18 años como refugiados en México. Fue en 1999 cuando estas familias se instalaron en esta finca al sur de la capital guatemalteca y comenzaron lo que pensaron era una nueva vida.

Ceniza, inmensas rocas y arena es parte de lo que quedó en ese lugar que, según la Conred, está catalogado como una zona de alto riesgo por los lahares que constantemente caen del volcán, pero lo que pasó ese terrible domingo, según Juana y la mayoría de los sobrevivientes, es algo que no se esperaban porque cuando retornaron a Guatemala dicen que era en época lluviosa y no se observaba el coloso, aunque fue fácil para ellos acostumbrarse a los retumbos y fumarolas que se alcanzan a ver desde la carretera principal de Escuintla.

En países como Guatemala el gasto en vivienda es bajo y, según el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE), se invierte menos de un 2 % del PIB. Aunado a la poca atención de las autoridades de turno.

INCAE dice que en Centroamérica hay un déficit de, al menos, 1,25 millones de viviendas. El 13,5 por ciento de las familias en la región carecen de casa propia y, quienes tienen acceso a ella, necesitan algún tipo de reparación o se encuentra en alguna zona de riesgo.

Hasta ahora, en Guatemala «no existe un Ministerio o dependencia estatal que vele por el tema de vivienda», según el analista Quique Godoy.

¿Qué pasará con los miles de afectados?

La tragedia del volcán de fuego, que ha dejado más de un centenar de muertos, más de 12.000 evacuados y, al menos, 3.000 albergados de San Miguel Los Lotes, El Rodeo, La Reina, 15 de octubre La Trinidad, La Soledad y La Libertad.

El Alcalde de Escuintla, Edgar Abraham Rivera, pidió a las autoridades agilizar los mecanismos para movilizar a las miles de familias. Según afirma, en los albergues provisionales no hay condiciones para mantener a los afectados. Dice que en algunos lugares únicamente hay un sanitario para cientos de personas, muchos ya están desesperados por la falta de privacidad y, en medio de la convivencia, hay uno que otro inconforme.

Ofelia Montero, dice que le cuesta acostumbrarse a permanecer en un aula de aproximadamente 4 por 5 metros porque es difícil tener un poco de privacidad. Ella cuenta que está agradecida que ella y su familia están con vida después del tremendo susto. En algunos momentos se le pierde la mirada en dirección al suelo y con tristeza dice que esta tragedia le recuerda cuando, en 1983, le tocó salir huyendo de Santa Ana Huista, Huehuetenango. Cuenta que tenía 10 años y sus papás, por salvarle la vida, se refugiaron en un campamento de Campeche, México.

«Nos hace recordar en ese tiempo de la guerra porque casi igual nos pasó. Salir corriendo pensando en nuestros hijos. En ese tiempo estaba pequeña y salimos de Buena Vista corriéndonos el ejército atrás de nosotros, tirando bala y nuestros papás por salvarnos la vida nos llevaron a México», dice Ofelia.

Ofelia espera que el Gobierno le apoye con una vivienda y ella poco a poco espera recuperar algún electrodoméstico o siquiera el documento de identificación personal. El problema es que los lahares y el material volcánico le impiden el paso.

El presidente Jimmy Morales anunció que se verifica un terreno ubicado en una zona segura. En el lugar se pretende construir al menos mil casas aunque no ha quedado del todo claro hacia dónde serán trasladadas el resto de familias que quedaron en cero. Muchos, incluso, ya tienen problemas en el trabajo porque se ausentan para hacer las diligencias de sus desaparecidos, buscar en el Registro Nacional de las Personas todas las identificaciones que perdieron y acostumbrarse a que están en un lugar desconocido y que su futuro, por ahora, es incierto.

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