La presencia de los militares en los exteriores de las cárceles del país se mantendrá mientras se mejoren los niveles de atención y manejo que deben realizar los guías penitenciarios, así como las tareas que efectúan los miembros de la Policía.
El despliegue militar se produce tras una serie de hechos violentos que se han registrado en centros de rehabilitación del país, que han dejado al descubierto debilidades en el sistema carcelario, por el ingreso de armas, celulares y otros artículos.
A través de un comunicado, las Fuerzas Armadas (FF.AA.) confirmaron ayer que colaboran en el control.
La institución militar señala que con esto se pretende que la rehabilitación no se obstaculice, tanto por el hacinamiento como por la caotización que pueda generarse internamente.
Las FF.AA. aclararon que colaboran en otras acciones sin descuidar su misión constitucional y, para ello, “en el límite fronterizo se ejecutan operaciones de contención y neutralización del narcotráfico y del crimen organizado transnacional”.
En tanto que en la cárcel de Guayaquil se están implementando nuevas medidas para tratar de impedir el ingreso indebido de artículos.
Un quiosco improvisado con unos tubos y una tolda tenía Mirella, el martes, afuera de la Penitenciaría. La mujer alquilaba allí a $ 2 prendas, pues muchos de los que iban a visitar, en su mayoría mujeres, se encontraron con la sorpresa de que no podían ingresar con ropa roja, naranja, negra y blanca.
María Eugenia, quien llegó desde la 05:00 para hacer la fila e ingresar a las 13:00, debió alquiler una blusa. “Me cobraron $ 2 y debo devolverla a la salida, ahí como prenda queda mi cartera”, expresó.
Las mujeres aseguraron que a ellas les revisan las partes íntimas. “Todo nos revisan y no nos dan explicaciones; nos hacen bajar el calzón, sacudirnos…”, relató una mujer. (El Universo)