Diario El Mercurio..- Hasta hace una semana, los niños de la escuela Antonio Neumane nunca habían usado internet. Lo poco que sabían y veían era en los celulares de sus familias, que tampoco era gran cosa porque viven en Puntahacienda, una comunidad de la parroquia Quingeo.
Enclavada en la sierra cuencana, en donde el clima cambia constantemente y la geografía limita cualquier propósito, en Puntahacienda, cuando se hablaba de internet, solo había dos opciones: o una señal que va y viene, o la incomunicación total.
Sin embargo, los comentarios están cambiando luego de que se cristalizara un proyecto de la startup Ulpik: dotar de internet en los espacios adonde no las empresas que cumplen con ese servicio no pueden.
Para alcanzar ese objetivo, el cuencano Nicolás Muñoz, fundador de Ulpik, pensó en Starlink, la empresa que forma parte de SpaceX (fundada por Elon Musk) y que ofrece el servicio de internet satelital a los lugares más remotos del planeta a través de una antena.
En un principio, cuando la idea rondaba en Ulpik, había una limitación: el servicio de Starlink todavía no se ofertaba en Ecuador. Pero todo cambió a finales de marzo. El Ministerio de Telecomunicaciones informó que el internet satelital de Starlink estaba por empezar a funcionar en el país.
Dos semanas después del anuncio, Ulpik, que había comprado los equipos a Starlink, recibió un paquete que contenía la antena y el router que sirven para conectarse al internet satelital.
Con ellos, la startup decidió que el equipo debía estar instalado en una escuela rural y pública del Azuay. Fue entonces cuando Ulpik se encontró con la escuela Antonio Neumane.
Interacción de estudiantes
Antes de que llegara Ulpik con su proyecto,Carmita Villa, la directora de la escuela Antonio Neumane había golpeado varias puertas para, de alguna manera, obtener el servicio de internet en Puntahacienda.
Sabía que en Sígsig, el cantón vecino de la comunidad, había una empresa que era la única que tenía ciertas posibilidades de ofrecerles conexión a internet. Pero al no tener los recursos económicos para pagar por el servicio, y al no tener apoyo privado y público, el objetivo quedó en un sueño.
“Golpeamos muchas puertas, pero ni el gobierno ni ninguna institución nos ayudó. Pero apareció Ulpik y realmente hubo ayuda. Nicolás vino personalmente con su gente y colocaron la antena y ahora tenemos internet”, dijo Villa a diario El Mercurio.
Que la escuela tenga acceso a internet puede sonar ínfimo si se compara con la ciudad. Pero en Puntahacienda, gran parte de los niños no tienen computadora y nunca antes habían usado, por ejemplo, un buscador como Google.
“Yo no tengo computadora. Tampoco he usado el internet. No sabía cómo se maneja. Pero ya sé un poco. La profesora nos está enseñando”, contó Antony Sicha con una sonrisa.
Antony tiene nueve años, y lo primero que hizo cuando tuvo acceso a internet fue buscar videos de fútbol. Todo lo contrario pasó con Edison Domínguez, de once años. Cuando pudo ingresar a Google escribió: cómo manejar un carro.
“Mi ñaño tiene un carro y él dijo que me va a enseñar. Pero yo decidí buscar cómo manejar. Quiero aprender”, dijo Edison.
Además de la propia curiosidad de los estudiantes, la escuela y sus tres profesoras empezaron a utilizar el internet para complementar la enseñanza de las materias básicas. A través de esa complementación, hubo niños que por primera vez habían visto un león, o un hipopótamo de verdad en las plataformas audiovisuales.
Pero, para eso, para usar el internet, también se necesitaron computadores que antes no habían. No obstante, Ulpik entregó nueve equipos informáticos que habían sido donados por Chub Seguros. Con ellos se armó un laboratorio computacional en la escuela.
Continuación de proyecto
Una vez entregado el equipo de Starlink en Puntahacienda, el siguiente objetivo de Ulpik es que empresas privadas y públicas puedan hacer lo mismo: adquirir el servicio y donarlo a escuelas y comunidades rurales que no puedan acceder a internet.
“Nosotros costeamos la antena y vamos a pagar la mensualidad del internet por un año. Los precios no son exorbitantes. Nosotros incluso siendo una startup pudimos, entonces es posible que diversas empresas puedan ayudar”, dijo Ana Cristina Andrade, coordinadora del proyecto.
Las empresas que quieran aportar pueden contactarse mediante las redes sociales de Ulpik o a través del correo electrónico: [email protected].
La startup cuencana espera que más personas se sumen a un proyecto que puede cambiar la vida de cientos de personas. (AWM)-(I)