OPINIÓN | Puertas adentro, puertas afuera

Por: Otto Morales Mc Mahan
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Nadie es profeta en su tierra, es una máxima reconocida universalmente, más aún si uno profesa el catolicismo. Esta reflexión, según narran las escrituras, describe a Jesucristo disertando en un templo de su tierra natal Nazaret, y estando rodeado por atentos compatriotas, encontró más incredulidad y rechazo que adeptos y creyentes. Decepcionado de aquel inesperado escenario, Jesucristo dijo, “De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra”.

Mujer, poeta y latinoamericana, estas son las tres características que puertas afuera, más destaca la órbita internacional respecto a la canciller María Fernanda Espinosa, quien fuera recientemente electa como presidenta del 73º Periodo de Sesiones de la Asamblea de la Organización de la Naciones Unidas (ONU).

Será acaso posible, aplicar la premisa inicial de este escrito a la figura de nuestra canciller, quien pese a su triunfal ascenso a un cargo de impacto universal, puertas adentro es objeto de masivas críticas provenientes, tanto del espacio político nacional como de la opinión popular de sus conciudadanos.

Puertas afuera, Espinosa se convierte en la primera latinoamericana en ostentar tal dignidad en la ONU, contando con el apoyo de 128 países de los 192 con capacidad de voto, frente a los 62 que obtuvo su rival, la hondureña Mary Elizabeth Flores; bien podría aseverarse que su victoria no fue pírrica ni mucho menos, y desde ya, una comunidad internacional ávida de materializar sus postulados del nuevo milenio recibe a la ecuatoriana con brazos abiertos. Su asunción representa paridad de género y equivalencia regional, características que refrescan y legitiman la imagen de las Naciones Unidas.

En Ecuador, la realidad política de María Fernanda Espinosa puede ser catalogada como delicada. Puertas adentro de Carondelet, en los días previos al primer aniversario de gobierno, las voces que impulsaban la renovación ministerial eran cada vez más potentes, susurraban sin ambages al oído del presidente Moreno una retahíla de razones para escamotear a su canciller, a su amiga; no hay otra forma de descomprimir la situación, le decían, y seguramente no les faltaba lógica, y es que el manejo de la política internacional del Ecuador ha tenido diversos señalamientos, desde las picardías demostradas en el affaire Assange, pasando por la postura respecto a la crisis política y humanitaria de Venezuela y Nicaragua, las atávicas y pueriles consignas emitidas desde el Palacio de Najas, supeditando las relaciones multilaterales del país, más a ideologías personales, que a los intereses políticos y comerciales, y finalmente, la ausente e insignificante participación de la Cancillería en el conflicto fronterizo con Guacho y sus amigos; todas estas razones de peso para hacer tambalear el irrestricto apoyo que el presidente le ha prodigado a Espinosa.

Más ahí, cuando otro ser humano, expuesto a semejante presión se mostraría aquiescente, Moreno resiste, y hace gala de una prolífica capacidad de ralentizar la vorágine, elude, escapa, y encuentra una salida salomónica, postular a la canciller a la Presidencia de la Asamblea General de la ONU. Si triunfa, la catarsis se habrá consumado, ella se irá indemne hacia horizontes internacionales, lejos de los detractores de la oposición, y fuera del alcance de asesores lisonjeros y tartufos asalariados que siempre moran en los pasillos del poder.

Puertas afuera, el peregrinaje de la canciller Espinosa –con viáticos, equipo institucional y avión presidencial-, rindió frutos, logró respaldos, atesorando los votos suficientes para triunfar, su figura de mujer culta y educada caló hondo en la geografía internacional, ella es poetisa, ensayista y licenciada en lingüística aplicada, especializada en Antropología y estudios amazónicos en cursos de postgrado y máster; se ha mostrado como una lideresa conciliadora, prudente, reflexiva, defensora acérrima del medio ambiente y la equidad de género, aspectos altamente valorados en el concierto diplomático. Entre sus objetivos está llevar a cabo una presidencia «de puertas abiertas«, en la que actuará como «facilitadora imparcial, objetiva y abierta» y escuchará las posturas de todos los países. «El fortalecimiento del multilateralismo no es una opción, es una obligación«, señaló.

En fin, puertas adentro, las agitadas aguas de la censura política en contra de la canciller Espinosa, al parecer se van calmando, dado el inexorable paso del tiempo, y contando con la agilidad del presidente Moreno, seguramente la coyuntura compleja que vive el país, encontrará una nueva meta, desacralizando figuras que hasta hace poco fungían como demiurgos de un régimen que gobernó el Ecuador durante una década, sin visos de fragilidad y error, personajes que hoy, sufren la vendetta política, legal y ciudadana de una masa con un apetito cada vez más voraz.

Cuando una puerta se cierra, otra se abre, frase popular arraigada en la conciencia colectiva que grafica con acierto el vaivén de María Fernanda Espinosa durante su gestión en Cancillería; la amistad estrecha con el presidente Moreno le abrió las puertas del Palacio de Najas, su falta de preparación especializada en diplomacia, sumada a la ponderación de coyunturas ideológicas decadentes en el espectro mundial, le acarrearon yerros trascendentes que colocaron en mal predicamento al gobierno y al país, y en consecuencia, asediada por el escarnio, el oprobio y la censura política, contempló cómo las puertas del poder se cerraban irremediablemente, no obstante, gracias al apoyo del ejecutivo, esquiva el paredón y escapa airosa, por la puerta grande migra al organismo internacional más importante del mundo, sin duda alguna, una victoria para el régimen, puertas adentro, y puertas afuera.

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