Dicen que los países de gran desarrollo agropecuario se deben a los subsidios que sus gobiernos aportan (que es una parte), pero no analizan toda la estructura productiva y comercial para el éxito de sus políticas de subsidios como son: cupos de siembra para evitar sobreproducción, contratos predeterminados para la comercialización de cosechas, verdaderos y honestos mercados para las materias primas agrícolas, responsables cadenas comerciales.
La gran verdad es que en Latinoamérica, como en Ecuador, se han tomado a medias las políticas de desarrollo por parte de los organismos rectores, y de manera muy informal, por parte del sector agropecuario. Gracias a estas dos condiciones la letal intermediación y algunos industriales han logrado beneficiarse siempre del productor agropecuario y por ende beneficiarse de los subsidios para el sector. Por eso la frase para llamar a reflexión “quién subsidia a quién”.
Pienso que el que subsidia toda la cadena productiva y da grandes ganancias a la intermediación y a algunos industriales es el mismo sector agropecuario, y este mismo sector está cada vez más empobrecido. El sector agropecuario recibe supuestos subsidios, accede a créditos no productivos por parte de la Banca Estatal, a créditos informales de anatocismo, trabaja meses sin recibir remuneración, y al salir la cosecha los precios están bajos, debiendo vender a la intermediación, muchas veces, perdiendo a supuestos precios de mercado para poder pagar sus compromisos financieros, y la intermediación vende siempre ganando al consumidor y muchas veces pagando las cosechas a crédito a los productores, es decir, toda la carga financiera va sobre el productor.
Podemos analizar uno a uno los productos de origen agropecuario, analizar cada subsidio, y llegaríamos a la conclusión que los que se benefician de estos subsidios son todos menos el sector agropecuario, quien a fin de cuestas tienen que absorberlos en sus costos de producción.
El sector no necesita subsidios, necesita de un verdadero plan de desarrollo agropecuario con aristas como: tabla de amortización por parte de la Banca Estatal acorde con la realidad productiva, transferencia de tecnología actualizada por parte de Institutos de investigación, desarrollo de agroindustria asociativa, comercio justo entre organizaciones debidamente financiado, además una adecuada y decidida participación política de productores agropecuarios.