Tuve el agrado de intercambiar ideas de política agropecuaria con una importante dama asambleísta de la República del Ecuador, dama que sus raíces son del agro riosense (provincia de Los Ríos) por tanto conoce muy bien la problemática del campo. En Sofía Espín Reyes noté su conocimiento y su pasión al escuchar su vehemente punto de vista de la actual situación y futuro promisorio del agro ecuatoriano.
Uno de tantos temas que abordamos con la asambleísta, es la situación de los deudores de la Banca Estatal, analizamos detalladamente este tema, desde varias aristas, lo vimos desde el lado productivo, financiero, legal, impacto económico nacional, soberanía alimentaria, edad promedio del habitante del campo, y lo más importante la parte humana y social.
Es un círculo vicioso la actual situación financiera de los productores agropecuarios.
Cuando un productor desea acceder a un crédito, se le solicita como aval sus tierras además un garante, primera trabaja para acceder al crédito, cuando logra la firma de un garante el valor acreditado a su cuenta bancaria es demorado, por los que muchos caen en préstamos informales de altos intereses.
La tabla de amortización aplicada por el banco no es una tabla real para actividad agropecuaria, es una tabla para actividades comerciales, ejemplo, se adquiere un artículo para ser comercializado, el cual puede estar en espera de ser vendido, al venderlo se recibe el valor original más la ganancia y se puede pagar el crédito bancario. En agropecuaria se trabaja con seres vivos (plantas y animales) los cuales necesitan constante inversión hasta el final del ciclo, es decir, siembra, riego, fertilización, labores culturales, manejo de plagas, supervisión, costo de cosecha y de transporte al centro de acopio, más el costo constante de mano de obra. Luego una desesperante espera para vender al precio adecuado.
La intermediación, enemigo letal del agro, en el tiempo de cosecha se pone de acuerdo para pagar precios que no reflejan ni el costo de producción, al no poder pagar al banco por los bajos precios sumados los bajos rendimientos, el productor cae en mora y el banco empieza juicios de coactiva.
Otra etapa del productor con el banco es el intento de refinanciamiento o restructuración de la deuda, que lo desgasta en todo sentido.
Despojar a un productor de su patrimonio único, sus tierras, debe ser considerado como acto totalmente ilegal e inmoral, porque se estaría afectando la vida de una familia entera, afecta la seguridad alimentaria, afecta la economía del país y la economía del mismo banco. Quitar las tierras a un productor es quitarle la vida.
Quedamos de acuerdo con la asambleísta que, para reactivar la economía del país y la actividad agropecuaria, se deberían condonar los intereses por mora, gastos legales, lograr el refinanciamiento solo del capital, además que en la tabla de amortización los plazos sean más largos y con tiempos de gracia. Además crear nuevos servicios bancarios.
Un nuevo servicio bancario que se debe implementar es la absorción de cosechas entre organizaciones agropecuarias bajo el concepto de comercio justo, es decir, un crédito inmediato a la organización agropecuaria que desee comprar cosechas de otros sectores del país, para poder comercializarla en su sector, quedándose con un margen, pagar al banco y distribuir entre sus socios y al público en general a precio justo. De esta manera las organizaciones venden sus cosechas a precio justo, sus socios pagan sus créditos, quedan con sus ganancias y no caen en mora, y lo mejor de todo se controla la intermediación letal.
Todos los asambleístas, independientemente de ideologías políticas, deben tomar la bandera de la producción agropecuaria y unirse para trabajar por este sector, para lograr que se convierta en el renglón más importante de la economía del país, que llegue a ser la base del presupuesto general del Estado.