“Me estaba bañando como Dios me trajo al mundo (desnuda), cuando veo que un ojo me estaba mirando por un hueco. Me asusté y empecé a gritar (…). De ahí, salí rápido y me di cuenta que era el vecino el que salía corriendo a esconderse”, contó Fabiola (nombre protegido de la afectada).
La mujer, de 31 años, recibió la ayuda de sus vecinos, quienes habrían tumbado la puerta de la casa del sospechoso para agarrarlo y entregarlo a los policías, quienes lo trasladaron a la Unidad de Flagrancia de Guayaquil.
En el sitio, la fémina narró que el sujeto habría hecho un orificio en una de las paredes de zinc de su baño, para ‘morbosearla’.
“Y yo creo que no solo a mí, porque también tengo una hija de 15 años. Es bastante probable que él haya tenido la mala costumbre de vernos mientras nos bañábamos. Gracias a Dios me di cuenta”, comentó.
Una allegada acotó que en la vivienda habitan seis mujeres y que ayer Fabiola se aseaba temprano porque “tenía que ir al colegio a matricular a su hija. Y justo pasa esto. Lo peor, es que después de que la policía coge a este tipo, él solo pide que lo disculpen”.
El subteniente Santiago Zúñiga, del distrito policial Nueva Prosperina, mencionó que al parecer el sospechoso se habría valido de un orificio ocasionado por el óxido y el desgaste de las planchas de zinc, en la pared del baño de la denunciante, que está en el patio de su casa, a la intemperie.
Por eso, el oficial explicó que “esto encaja en una contravención y no en un delito (…). Con la colaboración de la ciudadanía se logró detenerlo en su domicilio. Él dice que no ha hecho nada que no ha estado viendo, pero eso es lo que tenemos que investigar”.
Zúñiga precisó que se descartó la existencia de un posible delito de violación a la intimidad, penado con prisión de uno a tres años, en el artículo 178 del Código Integral Penal. La situación legal del sospechoso se determinaría en un Juzgado de Contravenciones.