Yessenia Pallaroso Delgado es la dirigente del barrio San Roque de Bahía de Caráquez, en Manabí. Su barrio fue uno de los más afectados por el terremoto del 16 de abril de 2016, (16A) quedando casi en total escombros. Tras sufrir ese sismo, donde perdió su casa, la vida de esta mujer de 39 años de edad, como del resto de sus vecinos, dio un giro total.
Desde entonces, la labor social y las ganas de ayudar surgieron en ella. Tomó la batuta para sacar de la oscuridad a su barrio y consiguió que 52 familias que perdieron sus casas fueran reubicadas en nuevas viviendas, en una ciudadela. Más adelante un equipo de jóvenes rotarios le construyó una para ella. Los moradores, por votación, la nombraron, en 2017, la dirigente barrial.
“Ese día estaba en la calle. Miré cómo las casas se caían como naipes”, recuerda la trágica noche del 16 de abril. “Antes del terremoto no tenía sueños. Pero después del él, volví a nacer. Me dieron ganas de estudiar. Terminé el bachillerato y hasta me dieron ganas de estudiar en la universidad. Me dieron ganas de ayudar a mucha gente, incluso, las que no son de mi barrio”, cuenta la mujer.
Su testimonio, contado por ella misma, con un turbante en la cabeza y vestida con ropa sencilla, sentada afuera de su casa de bambú, es uno de los tres que conforman el documental audiovisual ‘Inquebrantables: la vida de pie después del terremoto’, un proyecto final de curso de un grupo de estudiantes de la Universidad Casa Grande de Guayaquil.
Con este trabajo, que se inauguró a finales de noviembre pasado en Facebook, Instagram y YouTube, los estudiantes tienen como objetivo dos puntos: Mostrar el impacto emocional de los sobrevivientes del fenómeno, tras casi cinco años después, para que con apoyo gubernamental y social, quienes necesiten atención psicológica puedan obtenerla; y traer de vuelta a la mesa política la reconstrucción de las zonas afectadas en Manabí y Esmeraldas.
Para hallar las historias y hacer las filmaciones, los siete estudiantes que forman el equipo, viajaron desde Guayaquil y recorrieron por 15 días a Manabí y el sur de Esmeraldas. El proyecto y el viaje les llevó siete meses desarrollarlos.
“La idea principal del proyecto era volver a hablar de la reconstrucción de la zona y de las obras inconclusas, un tema que estaba quedando rezagado, pero estando allá nos dimos cuenta que también la parte emocional era muy importante. Vimos cuan importante es la salud mental, la recuperación de un trauma. Nos dimos cuenta que cinco años después hay personas para quienes todavía el terremoto sigue siendo noticia, personas cuyas mentes se quedaron en el terremoto”, dice a EXPRESO Gabriela Chavarría, una de las estudiantes e investigadoras.
Y es que a los afectados, el estado de algunos barrios se los reafirma día a día, porque en su recorrido, los jóvenes hallaron a más de múltiples historias que compartían muchas similitudes, decenas de viviendas y edificios destruidos, casas rajadas y obras que quedaron en sus inicios tanto en Manabí como en Esmeraldas y que han quedado en el olvido ante la vista de las autoridades.
“Aún así, nos sorprendió ver que mucha gente, pese al desastre, nunca se quebró, por eso el documental lo llamamos ‘Inquebrantables’”, añade Chavarría.
“Con esta pieza audiovisual buscamos ayuda de organizaciones civiles y sociales para la reconstrucción de las personas (emocionalmente hablando) y de las zonas. Para nosotros es importante que se vuelva a hablar del plan de reconstrucción. Pero de construir una nueva cultura donde se prima la gestión de riesgo de desastres para que las personas aumenten sus capacidades, puedan identificar amenazas y seamos menos vulnerables ante un fenómenos como un terremoto”, cuenta a este Diario, Juan Francisco Luzón, otro de los investigadores y estudiantes.
Aunque no es el objetivo principal, aclaran, quieren viralizar el documental para que los candidatos a la presidencia de Ecuador, para las elecciones de febrero de 2021, regresen la mirada a esa zona, que aún, cinco años después no se sana.
“La idea es que la gente hable no solo de la reconstrucción sino también de la parte emocional, de cómo poder ayudar a las personas, de incorporar la parte de resiliencia en los nuevos proyectos que se hagan ahí”, detalla Ana María Jordán, otra de las alumnas.
Para la investigación, producción y postproducción, los jóvenes tuvieron dos guías que además son sus docentes, una experta en producción, Rocío Dunn, y otra especialista en gestión de riesgo, Carolina Portaluppi.
La última, Portaluppi, detalla a este medio porqué decidió direccionar a los alumnos en la zona del terremoto, para un proyecto de investigación, casi cinco años más tarde del desastre. Pues detalla que Manabí y Esmeraldas son zonas de alto peligro sísmico y de vulnerabilidad y que la recuperación después del terremoto es importante para devolverle al territorio la habitabilidad y la funcionalidad. Además para reducir la vulnerabilidad y aumentar las capacidades de las personas y las instituciones frente a nuevos eventos.
También, la maestra y experta indica que el tema es importante porque para financiar la recuperación se usaron importantes recursos públicos sobre los cuales es necesario rendir cuentas. «Saber dónde estamos cinco años después del terremoto del 16A, es clave; y la reducción del riesgo de desastres en estas zonas debe ser un imperativo para el próximo gobierno», enfatiza.
Los alumnos indican que con el trabajo, cada uno encontró su talento y desarrolló nuevas capacidades y habilidades. «Fue muy enriquecedora la investigación, el viaje, nos hizo más sensibles, mas cocientes, más humanos. Una experiencia inolvidable”, concluye Chavarría.
Quirola, Gabriela Chavarría y Juan Francisco Luzón. (Expreso)