Ecuador prevé adjudicar el próximo 24 de mayo el proyecto Refinería de Manabí, que procesaría hasta 300.000 barriles diarios de crudo, a una de las tres principales propuestas que ha recibido, entre las que consta un consorcio en el participa la petrolera rusa Rosneft, según dijo el ministro de Comercio Exterior e Inversiones, Pablo Campana.
«Vinieron 26 empresas a conocer el proyecto y veo que se están formando tres consorcios muy fuertes para la refinería: uno es China, el otro es una combinación de Rusia a través del Qatar Investment Authority (Fondo Soberano de Inversión de Catar), que es accionista de Rosneft y es probable que se sumen otras empresas de Asia», declaró Campana a la cadena de noticias rusa Sputnik.
Campana añadió que también está interesada la empresa británica de servicios Petrofac, «con el financiamiento del fondo Blackstone y entiendo que hay una posibilidad de que ingresen empresas coreanas y japonesas».
Con ello, el ministro ecuatoriano aclaró que la Refinería de Manabí, un proyecto que casi fue descartado por el presidente ecuatoriano Lenín Moreno por no contar con el financiamiento respectivo, «será una realidad».
«Estoy seguro de que sí, la Refinería de Manabí va a ser una realidad, hay mucho interés, la clave fue encontrar un modelo que sea atractivo para el inversionista» con «flexibilidad en la capacidad y en la configuración» para volverlo «más atractivo y más rentable», agregó el ministro.
La idea del negocio es que el Estado ecuatoriano proporcione el crudo y compre los derivados a un precio fijo, mientras que el inversor, apoyado por facilidades fiscales, se encargará de construir y administrar la planta durante 25 años y luego la traspasará al Estado.
Para Campana es importante destacar que al momento «solo Ecuador» lleva adelante el proyecto, pues «ya no tenemos socios», dijo al referirse a la previa relación que tuvo la venezolana Petróleos De Venezuela S.A. (Pdvsa) en el proyecto antes conocido como Refinería del Pacífico.
Asimismo, enfatizó en que el modelo comercial que se presentó a los inversionistas fue clave, pues se trata de «concesión o el pago de una tarifa fija (por los derivados) más el reembolso de operativos y administrativos» mientras que «el rédito comercial lo puede tomar (la estatal) Petroecuador proveyendo el crudo y comercializando los derivados».
Los interesados en la refinería deberán invertir alrededor de 8.000 millones de dólares, 5.000 millones para la construcción y al menos 3.000 para obras complementarias como ductos y poliductos para transportar el crudo y sus derivados.
Para Campana cuando se muestra «flexibilidad, rentabilidad y seguridad» aparecen más interesados.
«Le hemos dado la vuelta a un proyecto fallido, muerto y que no tenía para dónde tomar y ahora es un proyecto con mucha expectativa, hay fondos internacionales, hay bancos que quieren ser inversionistas… y la razón por la que hay pocas empresas es porque estas empresas son las que deben tomar la deuda y no el Ecuador», apuntó el ministro.
La refinería, localizada en la provincia de Manabí (oeste), estaba pensada para ser el complejo refinador y petroquímico más grande del país, cuya construcción arrancó en 2008 durante el Gobierno de expresidente Rafael Correa (2007-2017).
Sin embargo, los únicos trabajos efectivizados fueron el movimiento de tierras y los estudios ambientales respectivos.
La preparación de terreno estuvo a cargo de la constructora Odebrecht, a la que se le pagó 235 millones de dólares y que hoy enfrenta en el país procesos judiciales por los sobornos que entregó a cambio de adjudicarse obras con el Estado.
Se estima que la refinería se construya en tres años y produzca gasolina, combustible para aviones, combustible diésel, polipropileno, benzol y otros derivados de petróleo.
Moreno advirtió en agosto pasado que si en el corto tiempo no se encontraban inversionistas interesados, se suspendería definitivamente el proyecto.