La investigadora Rosaleen Howard ha identificado topónimos, fitónimos, patronímicos y palabras en las que prevalece el cañari y que pasan como expresiones del kichwa, pero en realidad tienen otro origen.
Los habitantes de la provincia del Cañar hablan el kichwa y el castellano. Gladys Quinde, oriunda de Cañar, es maestra y se dedica a crear palabras para enriquecer la lengua kichwa.
La lengua cañari persiste en el kichwa y en el castellano que son hablados en las provincias de Cañar y Azuay”, manifiesta Rosaleen Howard, investigadora de Inglaterra, que ha estudiado las lenguas originarias de Ecuador, Perú y Bolivia.
Howard, quien ha efectuado investigaciones ‘in situ’ en las comunidades de Cañar desde los años ‘70, ha identificado topónimos, fitónimos, patronímicos y vocablos que refieren rasgos físicos de una persona, en los que prevalece el cañari, pero que pasan como expresiones del kichwa.
Según los historiadores, el cañari subsistió hasta finales del siglo XVI. Chimborazo, Cañar y Azuay eran zonas cañaris que fueron conquistadas por los incas quienes impusieron su lengua: el kichwa.
“Mi propuesta es que a pesar de las rupturas devastadoras del pasado, podamos rastrear alguna continuidad mirando las huellas del sustrato lingüístico (cañari) que presenta el kichwa hablado en Cañar hoy, y en alguna medida, el castellano en la región Cañar-Azuay”, dijo Howard en una conferencia dictada a finales de abril en la Universidad de Cuenca, evento promovido por la Cátedra Abierta de Historia.
En la época prehispánica, los cañaris se constituían en una serie de cacicazgos formados en confederación y compartían un idioma: el cañari. Para la época colonial existen testimonios documentales sobre esta lengua. En el Sínodo de Quito de 1594, el obispo López de Solís señala que hay diversidad de lenguas “que no tienen ni hablan la del Cuzco y la Aymará”, por lo que se ordena traducir el catecismo y confesionario a los idiomas nativos. Ese trabajo fue encomendado a Gabriel de Minaya, presbítero para la lengua cañari y puruwá.
En este contexto, Howard señala que la historia es importante para entender algunas de las razones por las cuales la lengua cañari no sobrevivió, pero sí persiste un substrato dentro del kichwa y el castellano. “Cualquier vestigio de la sobrevivencia de la lengua cañari sirve como recurso simbólico de suma importancia para la afirmación de una identidad propia”, aseveró.
Citando estudios de Cordero Palacios, la experta en Lingüística identifica tres campos semánticos donde sobreviven lexemas del substrato preincaico: los topónimos, fitónimos y patronímicos. (El Tiempo)