Este lunes 22 de noviembre, 402.309 estudiantes de bachillerato (técnico y rural) regresarán a las aulas físicas, luego de un año y medio de recibir clases virtuales en casa, por la pandemia del COVID-19. Será un rencuentro diferente, con mascarillas, distanciamiento y más cuidados.
Dos semanas después, el 6 de diciembre, será el turno de 1?469.802 adolescentes de bachillerato y básica superior (de octavo a décimo). De esta población estudiantil —de 12 a 17 años—, el 42,5 % tenía la vacunación completa y el 77 % solo había recibido una dosis, hasta mediados de este mes.
Los últimos en retornar a las clases presenciales serán los niños de educación básica elemental (primero a séptimo), el 17 de enero, según el cronograma del Ministerio de Educación. De este grupo, el 42,3 % tenía la primera dosis.
“Si ya vivimos una vida casi normal, se pasea, se trabaja, ¿por qué no estudiar como antes, con las debidas precauciones?”, se pregunta Jaime Álvarez, padre de Hadith, de 10 años, quien —según su progenitor— está feliz porque volverá a compartir con sus amigas.
Hace cinco meses, 1.301 planteles fueron autorizados para empezar con las clases presenciales. Unos 670.000 estudiantes se acogieron a esa modalidad; de ellos, 31 niños se infectaron con COVID-19, según el Ministerio de Educación. Esto les genera un poco más de tranquilidad a los padres.
No obstante, médicos piden a la población mantener y reforzar las medidas de bioseguridad para disminuir el riesgo de infectarse con el virus y también de llevarlo al hogar.
El presidente del Colegio de Médicos del Guayas, Wilson Tenorio, considera que un retorno estudiantil seguro dependerá de —por ejemplo— que todo el personal docente, administrativo y de servicio de los planteles cuente con la inmunización completa. Hasta mediados de noviembre, el 92,2 % de maestros (205.686) estaba inoculado con las dos dosis.
Por ello, Tenorio insiste en que la modalidad presencial debía reiniciarse el próximo año lectivo para alcanzar la inmunidad del 85 % de la población, la que, según el Ministerio de Salud, se cumplirá a fines de este año. Actualmente, el 60 % (10,6 millones de ecuatorianos) está vacunado.
Washington Alemán, médico infectólogo, recomienda tener aulas ventiladas para que haya una circulación de aire.
“Se deben abrir ventanas y puertas” para reducir la transmisión vía aérea, dice Alemán. También —agrega— se debe mantener el distanciamiento de dos metros entre los estudiantes, porque esa es la distancia que el virus puede viajar. Esto implicaría que se aumente el espacio entre los pupitres y se disminuya el aforo en los salones.
Los médicos hablan también del uso obligatorio de la mascarilla en espacios cerrados. Estos insumos lavables o descartables pueden durar las ocho horas de la jornada educativa, siempre y cuando no se mojen o se dañen (ahí hay que cambiarlas). Mientras que en áreas abiertas o cuando realicen actividades físicas pueden retirarse el cubreboca, ya que —explica Alemán— al sudar y llevar sus manos sucias al rostro o mascarilla podrían desencadenar otros problemas, como alergias e infecciones en la piel.
También se recomienda el control de la temperatura corporal en los planteles, la desinfección de las superficies y una suficiente provisión de agua potable para el lavado frecuente de manos con jabón.
En los minutos del recreo, aconseja Tenorio, se deben evitar aglomeraciones o agrupamiento de los jóvenes. Por ello, de acuerdo al protocolo del Ministerio, se fijarán diferentes horarios para el receso, ingreso y salida de los alumnos, que durante el aislamiento han presentado —en algunos casos— afectaciones en sus emociones y salud mental.
En otros casos, el tiempo que pasan frente a un computador y la falta de actividades físicas y deportivas han influido en el sobrepeso infantil, advierte la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entidad que recalca que la tasa de transmisión del virus en la educación presencial es menor que en otros entornos, cuando va acompañada de medidas preventivas y de control.
Ahora, la preocupación de los padres se centra en que los planteles cuenten con las condiciones sanitarias para recibir a los alumnos. Algunos colegios, en el suburbio y noroeste de Guayaquil, por ejemplo, están en mal estado, presentan filtraciones de agua, daños eléctricos y físicos (en piso y techo), lo que, según sus representantes, les impediría enviarlos a clase.
Un 8 % de las unidades académicas de Guayaquil, Durán y Samborondón tendría inconvenientes para empezar las clases físicas, según el cálculo de la anterior subsecretaria de Educación de la Zona 8, Yadira Blakman.
Recomendaciones claves para el retorno a clases presenciales:
– Uso obligatorio de la mascarilla.
– Lavado frecuente de manos con agua y jabón.
– El personal y el alumnado deben tener un horario para la limpieza diaria de las instalaciones.
– Horarios escalonados para el recreo, ingreso y salida de los estudiantes para evitar aglomeraciones.
– Los planteles deben destinar espacios para aislamiento temporal.
– Acudir al médico en caso de presentar síntomas.
– La OMS recomienda distanciamiento de al menos un metro entre las personas, en el interior de las instalaciones académicas.
No será obligatorio:
– No se exigirá el uso del uniforme.
– No se requerirá la compra de nuevos útiles escolares, según el Ministerio de Educación.
Cifras a considerar:
– A mediados de este año, el Ministerio de Educación de Ecuador señaló que más de 90.000 estudiantes dejaron de asistir a clases durante la pandemia, a nivel nacional.
– A nivel mundial, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 8,5 % de los casos notificados de COVID-19 se presentó en niños, especialmente en menores de 10 años. (El Universo)