Muchos habitantes de las zonas rurales del Ecuador, ven oportunidad en las grandes ciudades como Guayaquil, Quito, Cuenca, Ambato, Machala, para mejorar su status de vida, educar a sus hijos y lograr bienes que por las dificultades de la vida campesina y abandono de la actividad agropecuaria por parte de gobiernos no lograrían, por eso buscan migrar a grandes centros poblados y ser parte de manera digna de la EPS.
Algo de historia, en al año 1950 se realizó en el Ecuador el primer censo de población, porcentualmente estaba repartida mayormente en el campo con el 71% y los centros urbanos el 29%. Recordemos que en esas décadas vivíamos un sistema productivo en la sierra de latifundios, grandes extensiones de tierras en pocos propietarios, dedicadas a la producción de ganado y sus derivados, papa, pocos cereales, la mano de obra sometida a moderna esclavitud. Los propietarios de latifundios permitan a los campesinos producir en pequeñas extensiones de tierra (Minifundios) a cambio de mano de obra gratuita.
Con la Revolución Liberal en el Ecuador y la crisis financiera europea a finales de los años 1.800 se produce una importante migración desde el viejo mundo, concentrándose en la costa principalmente en las provincias de Manabí y Guayas, alcanzando gran desarrollo la insipiente agroindustria de la caña de azúcar y el cacao, demandantes de mano de obra campesina, paralelamente los sectores campesinos ven oportunidad de trabajo en estos centros de producción e inicia a lo largo de los años un gran migración interna en busca de mejores ingresos.
Según el Censo de Población y Vivienda realizado por el INEC en el año 2010 las cifras dan un vuelco, alcanzando la población rural el 37% mientas que la urbana el 63% denostando claramente una alarmante migración campesina por las difíciles condiciones de vida en el campo.
Hoy por hoy, las erróneas políticas aplicadas por el ministerio rector del desarrollo agropecuario en el Ecuador, se está produciendo una nueva migración desde el campo, productores arroceros y maiceros están quebrando por las resoluciones ministeriales que determinan franjas de precios y precios referenciales para estos productos. Es más se está produciendo una nueva forma de esclavitud moderna, en donde el productor trabaja de manera digna sin tener ganancias, y el trabajo de estos es aprovechado por la letal intermediación y ciertos industriales que se llevan grandes ganancias a partir del trabajo campesino.
Debemos lograr una verdadera articulación entre ministerios, instituciones, gremios agropecuarios, actores de Economía Popular Solidaria, con verdaderos y serios planes de desarrollo agropecuario, con nuevas autoridades comprometidas con el desarrollo social y económico del sector campesino, nada genuflexas con las Transnacionales, solo así lograremos el nivel que merece nuestro habitante del campo.