Lo sucedido la noche del domingo 8 y la madrugada del lunes 9 de septiembre en un hospedaje de Lima aún tiene horrorizado a Perú, porque cada nuevo dato que se sabe confirma lo horripilante del hecho.
En esas fechas, un grupo de venezolanos descuartizó vivos en una habitación del hotel a dos jóvenes, uno peruano y otro llanero. Y, luego, tiró los pedazos en tres zonas distintas de la ciudad, desapareciendo las cabezas, parece ser, como una forma de llamar la atención de sus enemigos.
“El sadismo con el que se cometió el doble crimen y descuartizamiento que conmocionó al Perú por su crueldad, para las bandas criminales venezolanas resulta muy común con el fin de dejar mensajes a sus rivales”, afirmó el diario Perú21 al referirse al aún sonado caso.
El lugar donde se perpetró el asesinato se llama el Hospedaje Señor de Sipán, localizado en el distrito San Martín de Porres, de Lima.
Las víctimas respondían a los nombres de Jafet Caleb Torrico Jara, peruano de 24 años, y Rubén Mauricio Matamoros Delgado, venezolano, de 22. Este último había llegado hacía escasos meses a ese país y era la misma persona que los videos mostraron cuando lo deportaban en mayo pasado en un vuelo Lima-Caracas con otros de sus connacionales. Nadie sabe explicar cómo volvió a entrar a Perú.
Las víctimas…
“Jafet Torrico, uno de los descuartizados en el hostal, cambió drásticamente su vida hace cinco meses cuando conoció al venezolano Rubén Matamoros, el otro asesinado”, reseña el diario Trome de ese país.
Y prosigue: “El peruano dejó el servicio pastoral que su familia abraza, mientras que el venezolano, a través de las redes sociales, ofrecía sus servicios sexuales, al cual habría sucumbido su compañero de habitación”.
El especialista en Criminología venezolana, Deivis Ramírez, le comentó al citado diario que Matamoros pudo haber convencido a Torrico para que se prostituyeran, pues vivir en la misma pieza les daba ventajas.
Al parecer, el doble crimen se habría dado por presuntas rencillas entre los integrantes de una banda por asuntos al margen de la ley aún por establecer.
¿Qué pasó?
Ambos jóvenes ingresaron al hostal muy sonrientes y sin presagiar que eran sus últimos momentos de vida.
Un video muestra que un hombre que los acompaña manipula un arma de fuego, a la vez que los dos jóvenes ríen.
Y son las cámaras de seguridad que hay en el hospedaje y en sus inmediaciones las que han permitido ir aclarando, poco a poco, lo sucedido esa noche macabra.
Las cámaras captaron a dos sujetos sacando bolsas del hotel y subiéndolas a un taxi. Las mismas imágenes muestran a otras personas participando en ese traslado.
Esto, sumado a las investigaciones, determinó la captura uno a uno de los presuntos implicados en el pavoroso doble crimen.
Entre los detalles más macabros de lo sucedido, está lo que la necropsia determinó: ¡Que las víctimas estaban vivas cuando las desmembraron!
¡Grabado con celular!
Uno de los criminales grabó con el celular lo sucedido. En el video, en poder de las autoridades, se ve la cabeza decapitada de Matamoros rodeada de bolsas de plástico negras.
“Lo sorprendente de estas imágenes es que no contentos con haber matado a esta persona, los asesinos sostienen un diálogo con su víctima”, escribió Perú21: “¡Vamos a terminar de matar a ese maldito!”, se oye. Acto seguido, un sujeto le acuchilla la cabeza ensangrentada a la víctima.
Otra de las personas en la habitación le increpa al ya cadáver: “¡Maldito venezolano, entregando a tus mismos parceros!, ¡maldito!”.
En la filmación se observa que el hombre le clava un cuchillo en el ojo y luego pronuncia: “Vamos a sacarle un ojo a ese maldito”, al tiempo que procede a rebanarle una oreja. En ese momento, el acompañante se ríe.
“¡Maldito, para que no escuches más lo que no tienes que estar escuchando!, ¡sapo!”, pronuncia uno de los homicidas.
Este hecho sigue generando repercusión de ese país y otras partes del mundo por la salvajismo con que se actuó en contra de las víctimas. Un video del hecho se subió a las redes sociales y causó indignación, por los detalles del execrable ataque.