ALARMANTE | Los puñales con las armas más usadas por los hombres para acabar con la vida de las mujeres

Este 2022, la fundación Aldea (Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo) emitió un informe de 78 páginas sobre el femicidio en el Ecuador.

El miércoles 28 de septiembre del 2022 se conoció este documento. Allí se detalla, por ejemplo, las armas que usan los agresores contra las víctimas de femicidios.

Datos recopilados entre el 2014 y el 2021 muestran que se han perpetrado 1 045 femicidios a escala nacional. De ese grupo, el 37% de casos se perpetraron con armas blancas, como cuchillos, puñales o navajas.

Documento señala cómo se utilizan las armas

En el 22,6% de casos, los femicidas utilizaron sus cuerpos o manos para golpear, empujar, asfixiar o ahorcar a sus víctimas.

Según las investigaciones, eso habría ocurrido con la abogada María Belén Bernal. En el informe de autopsia se determinó que ella murió por asfixia estrangulamiento. Su esposo, quien es teniente de la Policía, es el principal sospechoso del crimen.

Las otras formas de perpetrar el delito de femicidio son: armas de fuego y la utilización de sustancias químicas para provocar la muerte de mujeres.

Según la fundación Aldea, cuando el agresor es la pareja actual o expareja de la víctima es más frecuente el uso de armas blancas y de la fuerza corporal para perpetrar los crímenes.

La mayoría de casos se han registrado en Guayas, Pichincha, Manabí, Los Ríos y Azuay.

La desaparición de las víctimas

La Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo señala que una de las características de los femicidios es desaparición de las víctimas.

Tras perpetrar un femicidio, los agresores las envuelven en fundas o mantas y las entierran en quebradas o terrenos baldíos.

Por ejemplo, Bernal estuvo desaparecida durante 11 días. El 11 de septiembre del 2022, ella ingresó a la Escuela Superior de Policía para visitar a su esposo. Desde entonces se desconocía su paradero.

Luego, el 21 de septiembre del 2022, su cuerpo fue hallado en el cerro Casitagua, en Quito, cerca de ese centro de formación de oficiales de policía.

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