Tras dos años de pandemia los planteles educativos reabrieron. Pero el escenario es distinto al de la prepandemia. Los estudiantes enfrentan más conflictos emocionales y eso le está pasando factura al sistema educativo del país.
Chicos atemorizados por los malos tratos de los padres o de los profesores. Conflictos entre alumnos y bullying. Desinterés por estudiar y angustia por las bajas notas. Dolor por la ausencia de los padres y miedo a la soledad.
Estos son los mayores conflictos que enfrentan los niños y adolescentes. Están identificados por los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE), instancia responsable de brindar apoyo y acompañamiento psicológico, psicoeducativo, emocional y social.
En la práctica esto no ocurre porque los planteles carecen de equipos multidisciplinarios para atender las necesidades de salud mental. Así lo dice Rubén Lema, presidente de la UNE de Azuay.
Los estudiantes con trastornos emocionales fuertes no tienen un tratamiento especial dentro de los establecimientos. Esta falta de atención está llevando al suicidio o intento de suicidio de niños y adolescentes.
Casos de suicidios en este 2023
Johana se suicidó el 12 de abril del 2023, después de un grave episodio de bullying. Tenía 16 años y cursaba el segundo de bachillerato en el colegio Mejía de Quito. Tocaba el tambor y era parte de la banda de guerra de la institución.
Sus padres contaron que varios compañeros la criticaban por su aspecto físico. 12 días antes de su muerte, el 31 de marzo, Johana había sido atacada por otro compañero. Los golpes le afectaron su movilidad y caminaba con dificultad.
A partir de eso la menor entró en un cuadro depresivo y se quitó la vida. Este no es un caso aislado. 12 días después de este doloroso caso, el 24 de abril, Kevin Bustamante Correa, de 17 años, también se suicidó.
Entre el 2021 y 2022, cerca de 800 menores de edad intentaron quitarse la vida a escala nacional. Aún no hay cifras de este 2023. Pero la psicóloga clínica, Lisseth Mora, estas conductas podrían ser identificadas por los padres en sus hogares o los docentes en las aulas.
Kevin estudiaba en el colegio Herlinda Toral de Cuenca. Padecía de trastorno depresivo, diagnosticado por sicólogos y psiquiatras particulares. Por eso estuvo dos veces hospitalizado y había tenido un primer intento de suicidio.
Araceli Correa denunció que su hijo sufría de vejámenes contantes por parte de varios docentes. La razón era el bajo rendimiento académico. “Unos profesores le decían drogadicto porque se dormía en clases por los fármacos que tomaba. Otros lo calificaban de vago o poco inteligente por no presentar las tareas”.
A Kevin le apasionaba la música. Era guitarrista y formaba parte de la banda del colegio. Para la madre esto valía más porque le hacía feliz y podía descargar sus penas y amarguras.
Varios compañeros de Kevin confirmaron los malos tratos de ciertos docentes. Lo hicieron ante las autoridades de la zonal 6 del Ministerio de Educación (ME). Para Correa, estos insultos bajaron más la autoestima de su hijo y le llevaron a quitarse la vida.
Trabajo limitado de los DECE
La madre dice que nunca sintió el apoyo del psicólogo de la institución, pese a que conocían el diagnóstico de Kevin. “Ni el psicólogo del Distrito de Educación me apoyó, cuando me acerqué a pedir ayuda”.
Lo mismo sienten los familiares de Johana. Una de las tías dijo: “denuncio a los profesores que sabiendo que un alumno tiene problemas, se quedan sin decir nada. Cada persona merece respeto y los colegios están para resguardar la integridad de cada uno”.
Estos dos casos tuvieron temas en común: no hubo un seguimiento previo de los DECE ni tratamiento especial a los menores. Para la exrectora del Herlinda Toral, Paola Carrera, la falta de psicólogos les limita el trabajo.
Los dos suicidios conmocionaron a sus comunidades educativas. Alumnos y padres de familia realizaron plantones. Pero han quedado allí: en la activación de las rutas y los protocolos de investigación que establece el ME.
Hasta el momento no se ha identificado a posibles responsables. Además, se dispuso que a través de los DECE se realicen talleres de contención emocional dirigidos a estudiantes, docentes y padres de familia.
Norma del número de psicólogos
Según el Ministerio de Educación hacen falta 4 000 sicólogos para cubrir las necesidades del sistema educativo fiscal. Mientras que la Unión Nacional de Educadores (UNE) habla de un déficit superior a los 6 000 profesionales.
No obstante, la norma establece que cada institución debe tener un DECE, con un profesional por cada 300 estudiantes. En el país hay 3,2 millones de alumnos registrados en los 12 341 planteles públicos.
Esto significa que debería existir 10 860 psicólogos, pero la cifra actual no llega ni a los 5 000. Además, planteles con poblaciones numerosas como el Mejía o el Herlinda Toral deben contar con equipos multidisciplinarios.
El Herlinda Toral tiene más de 2 000 alumnos y solo dos sicólogos. De acuerdo con la normativa deberían tener dos psicólogos educativos, dos clínicos y dos trabajadoras sociales. La exrectora dijo que se han se apoyado con estudiantes de psicología de las universidades.
Asimismo, los planteles con poblaciones de 600 a 900 estudiantes deben contar con un sicólogo educativo, uno clínico y una trabajadora social. De 901 a 1140 estudiantes: dos psicólogos educativos, uno clínico y una trabajadora social.
Mientras que las instituciones públicas con menos de 300 estudiantes por jornada no requerirán un DECE. Pero los profesionales del establecimiento más cercano son los responsables de brindar la atención a los estudiantes.
La ministra, María Brown, dijo que en este año se abrirá un concurso para llenar un porcentaje de las necesidades de psicólogos que tienen los planteles educativos.