El 26% de estudiantes universitarios abandonan carrera en Ecuador

Diana Moreno, de 20 años, ingresó en 2016 a la Universidad de Guayaquil para estudiar la carrera de Ingeniería en Sistemas Computacionales. Lo hizo influenciada por sus padres y pensando que encontraría rápidamente un trabajo. Dos años después abandonó sus estudios porque no le gustó el ambiente ni las asignaturas.

Ella es parte del 40 % de personas que abandonó ese nivel de formación, de acuerdo con un estudio a escala regional dado a conocer en 2014 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que según expertos aún mantiene vigencia, debido a que el problema persiste.

En Ecuador, un informe publicado ese mismo año por la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) señala que de los 400.000 estudiantes inscritos en universidades públicas y privadas, el 26 % abandonó su carrera en los primeros semestres. Este índice de deserción es menor al de 2012, cuando se puso en marcha el sistema de admisión a las universidades y la deserción alcanzaba el 50 %.

Actualmente esa institución ya no maneja esos datos generales, que son exclusivos de cada centro de estudios. No obstante, cifras entregadas a Diario EXPRESO por las dos principales universidades públicas de la ciudad, revelan que la deserción se mantiene en el 26 %.

En la Universidad de Guayaquil, que tiene más de 70.000 alumnos, Diana forma parte del 28,35 % que en los últimos tres años ha abandonado las aulas.

Monserrat Bustamante, vicerrectora académica, explica que la deserción promedio en 2017 fue del 21 % al 26,40 % entre los dos semestres; en 2018, del 22 %; y en 2019, entre el 26 % y 28 %.

Este centro de estudios tiene identificados los principales motivos de la deserción. Entre ellos menciona los problemas financieros; deficiente preparación secundaria; carrera que no convence al estudiante; el conflicto entre el estudio, la familia y el trabajo; y reprobar las asignaturas.

Ana Tapia, psicóloga educativa, agrega que la falta de decisión de los jóvenes al momento de escoger su carrera es otro de los factores de la deserción. En cambio, José Valdivieso, representante de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), apunta que la causa se relaciona con el sistema de admisión, que obliga a muchos jóvenes a seguir carreras que no desean, ante la desesperación de quedarse sin cupo una vez que rinden la prueba Ser Bachiller.

Esta situación es preocupante, señala el experto educativo Carlos Ernesto Morales, ya que detrás de la deserción hay jóvenes frustrados.

Con mucho agrado hemos observado que la tasa general de deserción ha ido disminuyendo en los últimos años en cada período académico y eso es muy positivo.

Este es el caso de Manuel Moreno, de 22 años, quien al graduarse de bachiller se postuló para estudiar Medicina, como primera opción; y como en este proceso debía elegir cinco carreras, también lo hizo para Enfermería, Obstetricia, Psicología y Comunicación Social. Y fue en esta última que le salió el cupo. Lo aceptó, pero a los dos años se retiró. Ahora busca rendir nuevamente la prueba Ser Bachiller, sacar un excelente puntaje para estudiar lo que siempre ha querido.

En la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), que tiene 15.000 estudiantes y está entre las cien mejores de América Latina, la deserción promedio en 2016 fue del 4,49 %; en 2017, del 3,43 %; y en 2018, del 2,99 %. Estos datos corresponden al primer y segundo período académico.

Y si bien las cifras son bajas en relación con la Universidad de Guayaquil, eso no deja de preocupar a Carmen Moreira, experta en educación superior. Ella manifiesta que las universidades deben tomar conciencia de la importancia de que su oferta educativa sea visible en la web y, por tanto, conocida y adoptada por los aspirantes.

Jonathan González ingresó a la facultad de Ingeniería Mecánica y a los cuatro meses se retiró debido a que no le gustaron las matemáticas. Le apasiona el diseño gráfico y pronto espera cumplir su objetivo. “Si hubiera tenido más información de la carrera, no la habría aceptado”, recapacita.

Paúl Herrera, vicerrector académico de la institución, menciona que en la Espol se han determinado dos tipos de deserción. La voluntaria, que se relaciona con los cambios de lugar de residencia, situación socioeconómica, aspectos personales, estudios en el extranjero, entre otras. Y la forzosa, que es cuando el estudiante ha perdido la carrera y no tiene otra opción que abandonar la institución.

En la Espol la deserción es algo mayor en los hombres. Durante el 2018, por ejemplo, fue del 3,3 % entre varones; mientras que en mujeres llegó al 2,4 %.

En las carreras que pertenecen al campo de las artes hay una mayor deserción; al contrario de las carreras de matemáticas, arqueología e ingeniería oceánica, que tienen menores porcentajes. Esta problemática tiende a ser mayor en el primer período académico (de mayo a septiembre), y algo menor en el segundo ciclo (que va desde octubre hasta febrero del siguiente año).

En la Universidad ‘Estatal’, en cambio, la deserción va en aumento. Los hombres la lideran, con el 34 %. Las carreras más abandonadas son Ingeniería en Sistemas Computacionales, Medicina, Ingeniería Industrial y Economía. Durante los dos primeros años de ingreso estas carreras presentan mayor frecuencia de deserción.

Se calcula que solo el 50 % de los alumnos que inician sus estudios superiores llegan a terminar y se gradúan, según los hallazgos del estudio ‘Momentos decisivos: La educación superior en América Latina’, del Banco Mundial.

En el país hay 30 universidades y escuelas politécnicas públicas, 26 universidades particulares, 85 institutos superiores técnicos, tecnológicos y conservatorios públicos y 92 privados. En total se pueden elegir 2.159 carreras.

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