El sorprendente viaje del flamengo a superestrella de Rosalía

“El mal querer”, también conocido como “E.M.Q.” le cambió la vida a Rosalía (Vila Tobella) al obtener elogios por toda Europa y Estados Unidos como uno de los mejores discos del 2018.

La primera canción del disco, Malamente, tuvo 15 millones de reproducciones en su primera semana y consiguió dos premios Grammy latinos de un total de cinco nominaciones, lo que convirtió a Rosalía en la artista femenina más nominada del 2018.

En marzo, publicó en YouTube Con altura, un reguetón en colaboración con J Balvin, que en este momento acumula más de 951 millones de visualizaciones, aplastando otros grandes artistas.

Un éxito como este inevitablemente provoca reacciones negativas. En España, hay rumores que sugieren que Rosalía es una farsa creada por profesionales de la industria para satisfacer tendencias del mercado. La comunidad gitana española la ha atacado por usar palabras en caló (lengua variante del romaní) en sus letras y por adoptar una pronunciación andaluza y estilos urbanos en sus videos. Nacionalistas catalanes se han quejado de que ella debería usar su plataforma para obtener apoyo para el movimiento independentista.

Un comienzo sin nada

Me encontré con Rosalía descansando en un sofá de terciopelo rojo en su habitación de hotel. No tenía maquillaje y llevaba el cabello enroscado con descuido en lo alto de la cabeza. Tiene 26 años, pero aparenta 19. Gesticulaba con uñas largas y afiladas pintadas en rosado y adornadas con donas, aguacates y gatitos.

“Yo empecé de cero”, me dijo. “Nadie en mi familia está vinculada a la industria. Ningún contacto en absoluto con la industria musical ni con la industria de entretenimiento”.

Un día, con 13 años, Rosalía estaba pasando el rato con sus amigos en un parque con carros modificados. En un momento, alguien puso a Camarón de la Isla, uno de los más grandes cantantes de flamenco de todos los tiempos. Al escucharlo, “me explotó la cabeza”, le confesó Rosalía al periódico El Mundo.

En la estela de ese bombazo, Rosalía se obsesionó con aprender a cantar flamenco. “Tengo claro que voy a ser artista”, declaró en 2007 en el concurso de talentos de Barcelona Tú sí que vales, con apenas 15 años. Tocando una guitarra acústica, cantó Como en un mar eterno, una balada nasal de Hanna, una fusionista del flamenco. Los jueces parecían estar aburridos. Uno de ellos le exigió a Rosalía que sacara “algo de carácter”. En respuesta, cantó No One, de Alicia Keys. Eso fue suficiente para que llegase a las finales, donde falló.

Rosalía me confesó que audicionó para Tú sí que vales porque fue la única manera en que creyó que podría entrar al mundo del espectáculo. El fracaso ajustó sus ambiciones. Después de eso, quiso, por encima de cualquier cosa, convertirse en una gran música.

Se dedicó a aprender piano y a componer música con melodías, armonías, acordes y letras, tratando de enseñarse a sí misma cómo estructurar una canción.

Había un solo problema: su voz. Todos esos años de simular el poder de una “cantaora” sin el entrenamiento apropiado habían dañado sus cuerdas vocales. Rosalía recuerda que entonces pensaba: “Hay algo que debo aprender de esto: ¿qué es?”.

Cree que nada sucede por casualidad. “Yo no fuerzo las cosas. Yo puedo tener un deseo y luego dejo que Dios me vaya guiando y siempre intentando estar atenta a recibirlo”. Mientras se recuperaba en silencio, aprendió a apreciar la disciplina de la técnica vocal. Y allí entendió que había alguien que podía enseñarle a convertirse en “cantaora”.

Esa persona daba clases en la mejor escuela de música de Barcelona, la Escuela Superior de Música de Cataluña (Esmuc), la cual, por lo regular, acepta un solo estudiante al año para estudiar canto flamenco. Pero sucedió que, justo cuando Rosalía más lo necesitaba, ese profesor, José Miguel Vizcaya, estaba aceptando estudiantes en otra escuela de música de Barcelona, el Taller de Músics. Gracias al trabajo con Chiqui, Rosalía extendió el rango de su voz y aprendió cómo proyectarla manteniendo su flexibilidad y claridad.

Experimentar e innovar

“En Los Ángeles (disco que lanzó a sus 24 años) puedes encontrar letras y melodías tradicionales de flamenco. Lo que no es tradicional es la forma en que está interpretado”, dice Rosalía.

Ya en ese momento sabía que quería combinar flamenco con música electrónica.

Rosalía desplegó toda su experiencia cuando terminó de grabar Los Ángeles y empezó a formular la tesis de grado que se convirtió en “El mal querer”. Su primera idea fue solo encontrar la manera de trazar melismas en ritmos bailables para no tener que estar siempre sentada en una silla, de la manera en que las “cantaoras” interpretan.

Por recomendación de un amigo, leyó Flamenca, un poema lírico anónimo del siglo XIII, desechó la mayoría de la trama del poema sobre un triángulo amoroso y se quedó con su visión del matrimonio tóxico: un hombre cuyas inseguridades lo llevan a encerrar a su esposa.

Gracias a Juanes

Hubo algunos momentos en la creación de E.M.Q. en los que se sintió nerviosa. Estaba endeudada, tomando grandes riesgos artísticos y financieros. ¿Y si sus experimentos mezclando flamenco con música urbana no daban resultados? No tenía ningún contrato con ningún sello discográfico. La independencia le permitió crear E.M.Q. cómo quería, pero eso también significaba que no iba a tener ninguna garantía de que su música fuera a tener la distribución adecuada… hasta que conoció a Juanes.

En septiembre del 2017, la estrella colombiana vio a Rosalía cantar flamenco puro en un teatro de Madrid. Juanes recuerda: “Yo me quería morir. O sea, yo nunca había sentido algo tan fuerte con alguien cantando frente a mí como lo sentí ese día, y además por ser una chica tan joven, ¿sabes? Para mí fue como ver cantar a Carlos Gardel o Edith Piaf o alguien así”.

Lo primero que hizo Juanes fue llamar a su socia comercial Rebeca León, antigua vicepresidenta de talento latino para AEG Live/Goldenvoice. “Rebeca, tienes que hablar con Rosalía, tienes que hablar con esta niña”.

Rosalía buscó a sus amigos de Canada, una compañía de Barcelona que filma anuncios multinacionales y videos musicales, para crear videos que hicieran que “E.M.Q.” se sintiera más accesible. En las producciones de “Malamente” y “Pienso en tu mirá”, el director Nicolás Méndez mezcló íconos españoles con referentes urbanos: aceitunas y camiones tráiler, toreros y pantalones deportivos.

Unas semanas después de publicar los videos, Rosalía firmó un contrato con Sony España. De repente, E.M.Q., un álbum creado por dos amigos encerrados en un apartamento, ya no parecía tan extraño. Había asegurado el respaldo que necesitaba para promoverlo por todo el mundo.

Coreografías potentes

El baile fue el elemento final necesario para que se transformara en una sensación pop mundial.

Contactó a Charm La’Donna, la coreógrafa responsable de la presentación dramática y militarista de Kendrick Lamar en los Grammys del 2018. Rosalía no quería que sus bailes insinuaran sumisión. “Siempre hay esa intención de mostrar la figura de la mujer con fuerza y poderío”, dijo. Con La’Donna, quien ha creado la coreografía de la mayoría de los videos y las presentaciones en vivo de Rosalía, concibió un estilo de baile que combina la gesticulación ondulada del flamenco con la pegada del hip-hop.

Aún es muy pronto para saber cómo evolucionará la carrera de Rosalía. “Cuando estás en una relación, hay momentos de todo”, dice, imaginando su futuro en la música. “Al inicio suele ser de una manera, el medio suele ser de otra y el final suele ser otra”. Rosalía sonrió. “Sé que voy a transitar todo eso. Sé que voy a envejecer haciendo música y quiero ver cómo mi música cambia con los años”. Lo que más desea es “no perder nunca las ganas de hacer música”.

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*