En las mujeres el desempleo es mayor

Cynthia Molineros, de 24, se quedó sin trabajo hace más de un mes. Era mesera en un restaurante cercano su casa, en el norte de la ciudad. Renunció tiempo después de dar a luz a su segunda hija, actualmente de 6 meses.

Cuando su pequeña nació, Molineros recibió los beneficios de Ley y dedicó su tiempo a su hija. Sin embargo, el pasar de los meses y el estrés del trabajo en su jornada normal, consumieron su tiempo y sus energías, “las que debía dedicarle a mi hija”, cuenta.

Con un hijo de tres años, que ya asistía a una guardería, Molineros aprendió a desenvolverse como madre soltera. “Cuando tuve a mi pequeña recordé lo duro que es y cuanto tiempo demanda un hijo. Tuvimos problemas en mi trabajo, ya que pasaba con la mente dispersa; al punto que preferí renunciar”, explica.

Molineros lleva, aproximadamente, tres meses sin conseguir otro empleo. Le ha resultado difícil, por no tener un título universitario y tener dos hijos. “A veces solo escuchan que tengo dos hijos y, aunque intenten disimularlo, es la razón por la que no me contratan”, dice.

Situación común 
Esta es la realidad que viven miles de mujeres en el país. Las estadísticas corroboran que el índice de desempleo en las mujeres es mayor que en los hombres. Mientras, los índices de empleo adecuado y de ganancias promedio mensuales son menores.

La Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) lo confirma. En 2019, el índice de empleo adecuado en el país fue del 44,8% para hombres, frente al 30,6% para mujeres. Mientras, la tasa de desempleo, fue del 4,6% en hombres, frente al 3,3% en mujeres.

Además, la encuesta demuestra que los hombres tienen un ingreso mensual superior. Ganan en promedio 345,50 dólares, mientras las mujeres, 292,70. Esta diferencia estadística entre los dos géneros, según el INEC, es significativa.

Opciones
Ante esta realidad, el emprendimiento es una salida. Una de las fundaciones que ha generado este espacio es Talita Cumi. Allí acuden mujeres en condiciones de vulnerabilidad, madres solteras, víctimas de violencia intrafamiliar, sexual y trata de personas. El chocolate se ha convertido en su herramienta de emancipación laboral y económica.

Más de 15 mujeres son parte del proyecto ‘Choco Cumi’, que nació hace un año. El producto se ha convertido en el preferido de algunos clientes, que ahora son frecuentes. “Las mujeres empezaron a distribuirlo a amigos, familiares. Después ya fue entrando en tiendas y así hemos crecido”, cuenta cuenta Sofía Leroux, presidenta de la fundación. Su producto tiene calidad de exportación y ya hay varios interesados.

Otras asociaciones han permitido generar un sustento económico, como la Cooperativa de Platos Típicos, Artesanías y Dulces Tradicionales Solidaridad. Alrededor de 20 mujeres la conforman, la mayoría cabezas de hogar.

Trabajadoras de mercados, artesanas y diestras en otros oficios, se juntaron hace 25 años para generar un equipo de trabajo. Se organizan para ferias y otros eventos. Eva Ordoñez, una de las impulsoras de la cooperativa, explica que más que compañeras, se han convertido en una familia. “Nos apoyamos, conversamos, estamos ahí para la otra. Al fin y al cabo, solo nos tenemos a nosotras”, dice.

En 2016, tras el terremoto, nació SayaMinnca, que significa mujeres innovadoras del campo que permanecen de pie, explica María de Lourdes Patiño, una de sus fundadoras. Fue una opción para las mujeres de Manabí, pero “se ha convertido en un espacio de apoyo laboral y económico entre mujeres”.

Tras su arranque, la organización ha participado en ferias a escala nacional y han recibido propuestas para exportar sus productos comestibles y artesanías. Esto ha permitido apoyar a más de 130 familias, de 34 comunidades de Manabí, que ahora pertenecen a la asociación.

Realidad
La desigualdad entre hombres y mujeres se ha mantenido durante los últimos años (ver recuadro). Una de las razones es que todavía persiste una cultura con “restos ideológicos de una sociedad, que ha evolucionado de una relación de poder dominante del hombre, frente a la mujer”, según Milton Cabrera, sociólogo.

Para él, es necesario salir de esta idea desde la educación que se imparte en escuelas y colegios. Cabrera opina que “la única forma de cambiar la realidad social, es cambiar la perspectiva que tengan las nuevas generaciones con respecto a lo que se piensa como ‘obvio’; al pensamiento hegemónico de qué tan hábil es una mujer para un trabajo, qué tan eficiente, o qué tan útil”, explica.

Para él, estas cifras solo demuestran que es hora de ver a las personas como seres humanos, dejando las creencias de lado, que dictan que un género es mejor que el otro. (La Hora)

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