Con una misa en agradecimiento por haberle permitido vivir un siglo, celebraron los cien años de la abuelita manabita Ramona Felícita Zambrano Guillén, en el suburbio de Guayaquil, donde reside junto a una hija y nietos.
El dolor en la cadera tras una caída que sufrió hace un año y por la cual se desplaza en silla de ruedas, no le impidió disfrutar de esta reunión familiar.
¡Doble fiesta!
El jueves 18 de enero fue un festejo sencillo, porque aprovechando que habían llegado unos parientes que residen en España, a inicios de mes, le organizaron la fiesta rosada por el centenario de vida, en el Día de Reyes, pero “yo nací en enero 18 del año 18”, aseguró la mujer de tez blanca y ojos claros, explicando además haber sobrevivido a siete hermanas.
Un siglo celebrando como quinceañera
En el salón adornado con flores lilas y rosadas se juntaron la gran mayoría de sus 46 nietos, 22 bisnietos y 15 tataranietos descendientes de los diez hijos que tuvo, de los cuales solo viven cuatro.
“Uno de los sueños de mi mamá era que le celebren sus cien años como sus quince”, refirió la hija Monserrate Murillo, quien agradece tenerla aún a su lado: “Mi mamá ha sido mi compañera, me ha ayudado con el cuidado de mis hijos. Ahí donde la ve me ha ayudado con las costuras, a pegar botones, me hacía control de calidad”, comentó entre risas, mientras que la nieta María Rosado estaba pendiente de los adornos en la sala.
Vestida con un vestido rosado largo, la manabita que desde hace 42 años llegó a vivir al suburbio porteño, compartió con sus allegados aquel día, en que tuvo una corte de honor formada por doce amigas de la homenajeada.
El jueves, día de su cumpleaños 100 volvió a lucir el traje diseñado para la ocasión y cuidaba que le cubra lo pies. “Habrá que arreglarme bien”, dijo la abuelita y con sus dos manos se acomodaba la larga falda al percatarse de la cámara fotográfica.
Entre anécdotas, con sus parientes y con los saludos de sus vecinos, doña Ramona sigue escribiendo páginas de su vida ya centenaria. (Extra)