Femicidio no impidió que adolescente celebre su fiesta de quince años en Santo Domingo

Nicol lució un largo vestido rosa y una corona. Ingresó a una pequeña capilla en Santo Domingo. La esperaban sus amigos, familiares, vecinos y su padre. Quien no pudo asistir a su fiesta rosada fue Cristina, su mamá, quien murió hace tres años, pero su recuerdo estuvo presente porque uno de sus sueños era celebrarle este cumpleaños a su primera hija.

“Tu mamá no está aquí, pero desde el cielo te cuida” fueron las palabras del padre que ofició la misa por los 15 años de Nicol, ella se sentó, junto a su caballero, frente al altar para escuchar la palabra de Dios, orar por un año más de vida y por la memoria de su mamá.

A Cristina le quitaron la vida hace tres años en el sur de Quito, ella era oriunda de Santo Domingo, su pareja fue sentenciado a la pena máxima por el delito de femicidio. Desde su muerte, su hermana Esther se hizo cargo de Nicol y sus dos hermanos que ahora tienen ocho y once años. Nicol es fruto del primer compromiso que tuvo su madre mientras que sus hermanos son hijos de quien guarda prisión.

Esther quiso cumplir el sueño de su hermana, darle una fiesta rosada a su primogénita, en su modesta vivienda organizó el evento y su esposo fue el cómplice de esta celebración. Con sus manos preparó la torta, los bocaditos, el rompope y toda la comida que compartió con los invitados. “Esta fiesta es para sentirnos felices porque cada día sobrevivimos a un dolor que llevamos dentro”, dijo.

La quinceañera tuvo 14 damas de honor, ellas le hicieron un recibimiento en su vivienda, se sentó en una silla decorada y su padre le cambio las sandalias por tacones, su madrina de los 15 años le pintó los labios y su madrina de bautizo le colocó una joya, mientras todos sus invitados sonreían y se sentían felices por acompañarla.

A raíz de la muerte de Cristina, el padre de Nicol apareció en su vida, no se conocían y empezaron a compartir, él fue el encargado de bailar el vals con ella, hubo algo de nervios porque ambos empezaban a vivir una nueva historia como padre e hija.

El momento más emotivo que se vivió en la fiesta fue cuando se proyectó un video de la vida de la cumpleañera, en una de las fotos estaba su madre, quien la tenía en brazos cuando era pequeña, una que otra lágrima se derramó entre quienes la conocía. La madrina de bautizo de Nicol suspiró al ver en una fotografía a su amiga. “Ella era muy alegre, era el alma de las fiestas, hasta hora no entiendo porque no está aquí”.

Esther se sentía satisfecha porque logró darle una alegría a su sobrina, con eso buscó cerrar uno de los capítulos más dolorosos de su vida. “Yo no tuve tiempo ni de llorar a mi hermana, a las dos horas que la enterré ya tuve que ver como daba de comer a mis sobrinos, todo lo vivido ha sido duro, pero nos mantenemos unidos para salir adelante”.

Durante su fiesta, Nicol sonrió constantemente se sentía cómoda con su vestido, al que lo lucía con mucha soltura y compartía sonrisas con todos su invitados, tuvo muchos gestos de complicidad con su tía a quien abrazaba con frecuencia, como agradeciéndole por todo lo que ha hecho. Esther también respondía besándola y diciéndole que era su princesa. “Ella es mi niña a quien amo con todas mis fuerzas”, era la frase que repetía mientras estaba en el ajetreo de la fiesta.

Los planes de Nicol están enfocados en cumplir más sueños, ya terminó sus estudios como maestra de belleza, ahora quiere tener su propio salón de belleza, pero todo lo busca lograr acompañado del cariño de su tía, el esposo de su tía y sus hermanos. Asegura que nunca se imaginó vivir sin su mamá, por eso intenta continuar con su vida y olvidar la tragedia que vivió. (El Universo)

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