Filanbanco retorna al fútbol profesional de Ecuador

La última vez que Filanbanco compitió en un campeonato nacional fue el 11 de noviembre de 1990. En esa fecha ganó 2-0 a Técnico Universitario y evitó el descenso. No jugó la temporada siguiente porque le cedió la categoría al Valdez Sporting Club. Ahora, después de 30 años inactivo, el cuadro banquero renace para competir en la segunda división provincial.

Su presidente es Danny Pazos, médico de profesión. Él cuenta que estuvo en las divisiones menores del antiguo Filanbanco. “La idea de hacer renacer al club nació tras varias reuniones con un grupo de amigos que en algún momento jugamos en sus formativas”.

Pazos aclara que este Filanbanco no tiene el poder económico de las directivas de la década del 80 (con las que no tiene ningún vínculo), “pero cuenta con su esencia porque la idea (del retorno) nace de los que jugamos ahí y quienes queremos que el club vuelva a estar en los sitiales que ocupó hace varios años”, le explicó Pazos a este Diario.

“Este proyecto ya tiene cuatro años. Hay que seguir un proceso para crear un club ante las instancias gubernamentales. En el tema de las marcas se nos hizo un poco difícil; primero, adquirir la marca Filanbanco; luego, los derechos deportivos de un club (Sur y Norte); y después, refundarlo como Club Deportivo Filanbanco”, dijo.

Sobre el nombre, Pazos aclaró que luego de la desaparición de Filanbanco como entidad financiera, como marca no estaba registrada ante el IEPI (Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, ahora llamado Servicio Nacional de Derechos Intelectuales), así que decidió hacer la gestión ante ese organismo para usar el nombre de antaño. En octubre del 2019, la Secretaría del Deporte aprobó el renacimiento de Filanbanco como institución de balompié.

Desde la semana anterior el plantel de futbolistas entrena al mando del técnico Juan Bermeo y el objetivo es, según Pazos, subir a la serie B.

“La segunda categoría es difícil. No tiene el respaldo de los derechos de televisión, como las serie A y B, y para aspirar a subir hay que tener, por lo menos, un presupuesto de unos $20 000 mensuales. El financiamiento provendrá de todos los que estamos en la dirigencia, pero además invitamos a quienes deseen ser auspiciantes a que sean parte de este proyecto”, manifestó entusiasta.

“Las metas se deben conseguir paso a paso. Queremos obtener el primer o segundo lugar en el campeonato de Asoguayas y llegar al zonal (de ascenso nacional), porque si lo hacemos significará que somos un equipo fuerte. Ese es el primer objetivo y luego estar en la Copa Ecuador 2021”, añadió.

El dirigente, quien ha recibido llamadas de apoyo de exfutbolistas naranjas, dijo que el club será local en el estadio Alejandro Ponce Noboa, aunque la opción de ir a Los Chirijos de Milagro no se descarta.

Marcelo Hurtado: Filanbanco, algo muy hermoso en mi vida

Filanbanco fue algo muy hermoso que me pasó en mi carrera deportiva (jugó en el equipo de Guayaquil entre 1981 y 1988) y también tuvo una repercusión en el aspecto familiar porque gracias a las cosas que pude conseguir, por pertenecer a la institución, fui fortaleciendo mi patrimonio. Pude darle seguridad a mi familia y eso lo valoro enormemente.

Me formé futbolísticamente en Filanbanco (tras un breve paso de un año por Emelec, en 1980). Empezamos en tercera categoría y luego fuimos a segunda división. En la temporada de nuestro ascenso no se jugó la serie B. Clasificamos cinco equipos a un pentagonal, fuimos campeones y directamente subimos a la serie A (en la que debutaron en 1984). Con Filanbanco pude jugar Copa Libertadores (1988) y con ese club tuve la oportunidad de ser seleccionado nacional. En ese equipo también hice mis mejores amigos en el fútbol.

Sigo siendo un agradecido de los dirigentes de esa época, como el señor (Miguel) Baduy y los señores Isaías. También de compañeros como Hamilton Cuvi, José Valencia, David Bravo, Israel Rodríguez, Freddy Bravo, Homero Mistral Valencia, Carlos Calderón, Édgar Domínguez, Paulo César, Mario Tenorio, y otros. Filanbanco tuvo infinidad de jugadores y de qué calidad. Pero no solo tenían calidad futbolística, sino también una enorme categoría humana. Soy un agradecido porque fue una bendición tener ahí a esa clase de compañeros.

No soy de los que hacen llamadas constantemente por teléfono y tal vez por eso no las recibo mucho, pero cuando nos vemos con excompañeros nos tratamos como hermanos. Es como cuando uno tiene un hermano que viene de lejos a visitarnos: dan ganas de abrazarse y de contarnos nuestras cosas. Eso es lo que da el fútbol.

Con los compañeros de equipo pasas a veces más tiempo que con la familia y aprendes el valor de trabajar en equipo.

En Filanbanco me formé como ser humano. (El Universo)

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