FÚTBOL | Lionel Messi pasó del infierno a la gloria en los cuatro mundiales que jugó

Lionel Messi logró el gran título que le faltaba y que tanto se le resistía. Leo ya tiene el Mundial, aquello que le separaba de la eternidad y le diferenciaba de Maradona, principalmente. El 10 actual emuló al otro gran 10 anterior con la conquista de un título en el que además tuvo una incidencia bestial con 7 goles y 3 asistencias. Todo ello le sirvió para ser nombrado mejor jugador del torneo por la FIFA, publica diario AS de España.

Messi cierra así un año mágico con la selección. Todo se inició con la conquista de la Copa América el pasado verano en Brasil ante los anfitriones, lo que por fin rompió el maleficio de Leo con la selección.

Poco después llegó la Finalissima lograda en Wembley ante Italia, otro título, aunque de menor categoría, que decide al mejor equipo de entre el campeón de la Eurocopa y el de la Copa América. Con el Mundial, Messi ya tiene todos los títulos posibles con la selección e incluso mejora a Maradona, que nunca pudo ganar una Copa América.

A todo ello hay que añadir las cuatro Champions y las once ligas conquistadas con el Barça (una de las ligas con el PSG), más un sinfín de Copas y de Supercopas. Una trayectoria brillantísima que le coloca en el olimpo de los mejores jugadores de la historia y que hace olvidar una serie de decepciones anteriores con Argentina. La vez que más cerca estuvo de conquistar uno fue en 2014, cuando alcanzó la final y la perdió por un gol en la prórroga de Götze.

Las decepciones de Messi en los Mundiales habían sido muy importantes. Hace cuatro años, en Rusia, le pasó por encima un joven Mbappé que con la Francia campeona del mundo apeó a los argentinos en octavos con suficiencia (4-2).

A la ya comentada final de 2014 hay que añadir las dos eliminaciones anteriores, en 2010 y 2006. La de 2010 en Ciudad del Cabo fue tremenda, con Maradona en el banquillo y una joven Alemania enfrente. Los Neuer, Khedira, Özil y compañía golearon a la Albiceleste (4-0) y la dejaron fuera sin que tuviera opción alguna.

Cuatro años antes, en Alemania, también había sido el equipo germano su verdugo, esta vez como anfitrión del torneo. En un partido que Klose llevó muy al final a la prórroga, y con Messi sin salir ni siquiera del banquillo. Afortunadamente para él, todo eso ya es historia.

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