Golpes en la cabeza pueden aumentar el riesgo de Alzheimer

29/04/2018 Alzheimer, envejecimiento. SALUD GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / BULAT SILVIA

Inforsalus.- Una nueva investigación ha revelado que los cerebros de militares sanos expuestos a explosiones muestran una acumulación cerebral anormal de la proteína beta-amiloide, que interviene en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, según publican sus autores en ‘Radiology’, revista de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA).

Las investigaciones realizadas en las últimas décadas sugieren que podría existir una relación entre las lesiones cerebrales traumáticas (LCT) repetitivas o graves y la acumulación anormal de beta-amiloide. Ciertas formas de beta-amiloide pueden acumularse en forma de ovillos y placas en el cerebro, lo que puede provocar deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

«El beta-amiloide es una molécula que normalmente no se encuentra en el cerebro de los pacientes jóvenes –explica el autor del estudio, el Dr. Carlos Leiva-Salinas, profesor asociado de radiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Missouri (Estados Unidos)–. Se ha propuesto que la acumulación de beta-amiloide en el cerebro es un acontecimiento temprano en la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer, el tipo de demencia más común en todo el mundo, que afecta a millones de personas».

El traumatismo craneoencefálico puede ser el resultado de un traumatismo craneal directo, como una caída o la práctica de deportes de contacto, pero también puede ser el resultado de fuerzas indirectas — como las ondas de choque de las explosiones en el campo de batalla– que sacuden violentamente el cerebro en el cráneo.

Estudios previos de autopsias han demostrado la presencia de placas amiloides tan pronto como horas después de una lesión cerebral grave. «La tomografía por emisión de positrones (PET) no invasiva podría utilizarse para identificar la acumulación de beta-amiloide en fases tempranas en personas o profesiones expuestas a lesiones cerebrales traumáticas, como militares, policías, bomberos, futbolistas, etc.», afirma Leiva-Salinas.

Para el estudio, los investigadores reclutaron a nueve instructores militares de granadas o breacher en la base militar de Fort Leonard Wood desde enero de 2020 hasta diciembre de 2021. Los instructores de granadas y breacher son oficiales militares que entrenan a reclutas en el uso de granadas de mano y explosivos u otros métodos mecánicos para forzar la apertura de puertas.

Otros nueve civiles se incluyeron en el estudio como grupo de control sano. Todos los participantes carecían de antecedentes de conmoción cerebral y eran varones de unos 30 años, una edad en la que no se espera la acumulación de amiloide.

Los 18 participantes fueron evaluados dos veces. La primera evaluación fue para establecer una línea de base y la segunda tuvo lugar después de la exposición a la explosión, aproximadamente cinco meses después del examen de línea de base. Los instructores militares rellenaron un registro digital con el número de exposiciones a explosiones, incluido el disparo de armas. Los participantes de control fueron evaluados en momentos similares.

Todos los participantes se sometieron a un escáner PET de la cabeza para evaluar y cuantificar los cambios amiloides. Se utilizó un programa informático de análisis para segmentar seis regiones cerebrales que suelen asociarse con la enfermedad de Alzheimer y la LCT. Se observó una acumulación anormal de amiloide en seis de los nueve participantes expuestos a explosiones. Tres de los participantes tenían una región del cerebro con mayor acumulación de amiloide, dos participantes tenían dos regiones y un participante tenía tres regiones con acumulación anormal.

Ninguno de los participantes sanos de control mostró una acumulación anormal de amiloide. «Es necesario seguir investigando para establecer la relación entre la frecuencia y la gravedad de las lesiones cerebrales traumáticas y el grado de cambios amiloides en el cerebro, el curso natural de la acumulación observada y otros posibles factores biológicos de riesgo para la deposición de placa amiloide y el desarrollo de deterioro cognitivo», concluye Leiva-Salinas.

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