GUAYAS | Le sacan tumor de 25 libras a una mujer en Guayaquil

“No podía respirar, ni caminar, ni recostarme. ¡Fue terrible! Me acosté, no pude levantarme, tuvieron que ayudarme a levantar. Perdí fuerza en las piernas”.

Así rememora doña Mariana Caiza el día en el que un grave padecimiento obligó a su cuerpo a decir ‘no más’: ¡un bulto en su vientre tan grande y pesado como un embarazo gemelar!

La historia

“Había separado una cita para hacer un preventivo de cáncer. Tenía para el 6 de abril. Pero el 3 de abril no dio más mi vientre, fue tan inmenso que no podía respirar”, recordó la doñita, de 59 años. Ella habita en la cooperativa Juan Montalvo, norte de la urbe porteña.

El 29 de julio pasado, Mariana volvió a la vida. Después de varias horas inconsciente por la anestesia utilizada, la mujer se sintió ‘livianita’. El peso que había movilizado durante varios meses en su vientre había desaparecido.

Desde septiembre de 2018 a ella se le había empezado a agrandar la barriga. Para enero, el peso que se le había acumulado era tanto que le afectaba a su organismo, no podía comer y respiraba con dificultad, se ahogaba. Un tumor de 24.91 libras le había crecido en su ovario izquierdo. Pero ella no lo sabía. Pensó que podía ser algo de la tiroides o alguna otra enfermedad.

Cuando tuvo las primeras consultas previas a la cirugía, en dos centros médicos distintos le dieron un diagnóstico desalentador: tenía problemas en el hígado (cirrosis) y líquido en el abdomen (ascitis aguda). Esto desanimó a la mujer, quien se pensó enferma de cáncer, algo de lo cual es “difícil recuperarse”, dijo.

Con el ánimo decaído, la salud deteriorada y la autoestima baja, a la mujer le recomendaron acudir a una cita médica con el jefe de ginecología del hospital del IESS en Milagro, Guayas, Galo Valarezo.

Él la recibió y antes de dar cualquier diagnóstico final le hizo repetir los exámenes y le ordenó un estudio ecográfico.

“Optamos por hacerle la ecografía y le dije en ese momento que no era ascitis porque el hígado lo veía bien. Los exámenes los veía bien, pero la tumoración era la que englobaba totalmente”, explicó el Valarezo.

MOLESTIAS

La tumoración afectaba la salud de Mariana dificultándole respirar y digerir. “Comía cada vez menos porque me sentía llena y eso me debilitaba. Estaba bastante decaída”, aseguró. Sin embargo, la barriga continuaba creciendo.

“Me ahogaba. Sentía que me faltaba el aire. Así sea de pie o sentada me faltaba el aire. Abría la boca como para que me ingrese más aire al cuerpo. Fue terrible”.

El peso, además, le empeoraba el problema de artrosis que tiene en la cadera y la desviación en la columna. Y si a eso le sumaba la supuesta cirrosis que le habían diagnosticado su cuadro de salud iba de mal a peor.

Una vez que Valarezo le confirmó que no era cirrosis quedó aliviada pero, al mismo tiempo, llegaron las dudas.

¡Le sacaron de un tumor de casi 25 libras!
                                          La paciente, Mariana Caiza, junto a Galo Valarezo, el ginecólogo que le quitó treinta libras
                                          de peso extra.

Su ginecólogo de cabecera le había renunciado a cualquier tipo de operación, ya que Mariana había tenido cuatro cesáreas y tres cirugías por hernias.

Puso su vida en manos de Dios y esperó a que hiciera su obra.

Ella es una mujer de fe y consideró que si conoció a Valarezo debía ser por algo. “Dije: no sé. Lo que Dios quiera. Aquí estoy en tus manos Señor, haz tu voluntad”.

LA CIRUGÍA

“Le dije a mi familia y a mi esposo que si durante la cirugía algo sale mal quiero que lo acepten con amor y piensen que fue la voluntad de Dios. No quiero que vayan a decir que fue culpa del médico, ni negligencia, ni nada. Somos gente de fe”, enfatizó Caiza.

Recuerda que a las nueve de la mañana de ese lunes ingresó a la sala de cirugías y se despertó a las 23:00.

La operación fue extenuante. Las intervenciones anteriores que Mariana había recibido para curar unas hernias le agregaban mayor riesgo, dijo el médico.

“El peligro más grande que teníamos era perforar el intestino al querer sacar las mallas. Y la descompresión brusca al sacar, porque las tumoraciones grandes si nosotros sacamos muy rápido hacen una descompresión brusca del estómago y puede hacer un choque hipovolémico (shock hemorrágico)”, explicó Valarezo.

La cirugía duró cinco horas y media por la complejidad del caso.

En la literatura médica ecuatoriana, indicó Valarezo, solo ha aparecido un caso de un tumor de 23 libras.

Él mismo había operado hace un tiempo uno de 21, pero el de Mariana llegaba a 25 libras, asegura el doctor.

El bulto en el estómago tenía la apariencia de un embarazo gemelar de 40 semanas. Y con la piel y grasa que debieron retirar una vez que le sacaron el tumor, la mujer se libró de, al menos, treinta libras de peso extra, agregó el ginecólogo.

No EXISTE UN PATRÓN

En ginecología, existen tumores benignos y malignos, dependiendo de estos es la frecuencia en edad, explica la doctora Mélida Flor Emén, líder de ginecología del hospital Abel Gilbert Pontón.

En el caso de los tumores de ovarios dijo que no existen factores predisponentes para que se desarrolle alguno.

“No existe un patrón específico. Las pacientes pueden desarrollar tumoraciones en el ovario sin necesidad de tener ningún tipo de antecedente especial. No es una patología que tiene una predisposición marcada”, sostiene la doctora.

Lo que coincide con Valarezo, quien dice que tener un tumor en el ovario es “como una lotería. Son células que empiezan a crecer”.

Los tumores de ovarios más frecuentes son el cistoadenoma, que es tumor benigno y el cistoadenoma carcinoma, que es el tumor maligno, enfatiza Flor.

“Estos tumores son un poquito más frecuentes en la tercera década. Su crecimiento es un poco más rápido que los quistes normales en una edad a partir de los 45 años”, añadió Valarezo.

En el caso del tumor de Mariana es muy raro a su edad.

De acuerdo con los estudios efectuados una vez que sacaron el tumor se realizaron exámenes para determinar su nivel de benignidad, el cual está dentro de los márgenes, refirió el médico. (Extra)

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