La oralidad montuvia se destaca en libro presentado en Portoviejo

Con los alegres pasos del grupo de danza Spondylus y del grupo rescatista de tradiciones manabitas Los Mentaos de la Manigua, el folclorista Wilman Ordóñez presentó una nueva edición del libro Amorfino, el canto mayor del montuvio.

La obra, de 240 páginas, plasma historias y la tradición oral montuvia que el autor recogió al indagar y recorrer en medio de maniguas (vegetales o arbustos de poca altura crecidos en zona pantanosa) por varias provincias de la Costa ecuatoriana.

Ya de este texto se han publicado cuatro ediciones, que han recogido más de cuatro mil versos e historias de hombres y mujeres que a través de los años han mantenido esa herencia oral que se transmite con los amorfinos.

Ordóñez da cabida en su libro –presentado en el Museo Portoviejo y Archivo Histórico– esos aportes de personajes que aún viven o que ya rindieron tributo a la vida, en zonas tan hostiles y húmedas del Litoral ecuatoriano.

“Cuando vayas a la leña/ no cortes el higuerón/ corta del palo negro/ y ahí verás mi corazón”, es uno de los fragmentos que se recogen en la obra.

Ordóñez afirma que aún queda mucho por indagar, pero son pocos los que investigan y realizan estudios etnográficos y, sobre todo, sistematización de estas tradiciones, de esas narraciones, mitos, cuentos, leyendas y bailes.

Cree que falta integrar esos esfuerzos entre jóvenes y maestros de algunas zonas para mantener estas tradiciones.

El folclorista afirma, por ejemplo, que a través de la danza y la música se puede afirmar la identidad, pues recuerdan el origen montuvio e instan a sentirse orgullosos.

El representante de los pueblos cholos en Manabí, Joselías Sánchez, señala que Ordóñez ha logrado que sus textos ya “naveguen” en el ciberespacio y digitalmente la rica historia del hombre de la campiña ecuatoriana se lea en cualquier parte del mundo.

“Considero que él (Ordóñez) está creando lo que yo llamo la cosmogonía costeña del Ecuador pluricultural, y esta cosmogonía, a través del amorfino, se transforma en una filosofía de vida de la costeñidad ecuatoriana”, refiere Sánchez.

Para el escritor portovejense Fernando Pérez, la obra de Ordóñez es digna de resaltar y admirar, pues no muchas personas se adentran en zonas inhóspitas para conocer esa tradición oral que han legado por decenas de años los hombres en el campo.

El escritor cree que hay alguna actividad aislada digna de resaltar, pero que todavía esos espacios culturales mostrados en este caso a través de la oralidad no llegan a todos los niveles, pero que es importante que nuevamente se vuelvan los ojos a rescatar tradiciones desde lo oral hasta lo gastronómico.

“En la música y en la cultura falta mucho, hay esfuerzos aislados, pero creo que se necesita una concatenación de esfuerzos y políticas que traten de sacar lo que los pueblos tenemos, somos inmensamente ricos en tradiciones”, señala Pérez. (El Universo)

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