Pasó un poco más de un año desde que la guayaquileña María José Jiménez no tocaba su violín en un evento social. Antes de la pandemia del COVID-19 era común acudir a ciertos actos, sobre todo en hoteles, acompañada de otros músicos y de su padre, Juan José Jiménez, que lamentablemente falleció hace pocos meses.
Su padre llevaba adelante un grupo musical, con 30 años de trayectoria en el país, que hoy lo representa María José: Dolce Armonie. Sea como solista o en grupo ya está evidenciando los signos de reactivación.
“Veo que se está reactivando de a poco, no con la misma afluencia de antes porque hay mucha más variedad de músicos, las bandas en vivo (…), los clientes tienen más que escoger porque la situación económica ha cambiado, antes tenían a los violinistas para recibir a invitados, la banda en vivo para la fiesta y ahora están priorizando por tema costos”, explica la violinista, de 37 años.
María José menciona que ahora se acomoda a los requerimientos del cliente para lograr ingresos. Por ejemplo, antes se concentraban como proveedores de hoteles y actualmente presentan otras opciones como tocar con su violín el número de canciones que quiera el cliente y no solo por horas, sea en cumpleaños, pedidas de mano, aniversarios, bodas, entre otros.
“Las personas te buscan para eventos más pequeños o cosas puntuales. Se han activado muchos detalles para cumpleaños o mejor dicho a cualquier evento quieren ponerle algo de música para recibir”, apunta.
A partir de junio ha notado ese leve crecimiento de uno a dos eventos por semana. Esta misma percepción la tiene el concertino de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil Ecuador Pillajo.
El también violinista recuerda sus primeros eventos de reactivación con tres músicos a inicios de 2021, ahora asegura que la vacunación ha generado mayor confianza. Junto con él se reactivan entre 9 y 21 músicos por eventos corporativos, bodas, cumpleaños. La mayoría se realizan en haciendas o sitios al aire libre.
“Veo que se está levantando, innovando, creo que es parte del nuevo mundo al que tenemos que enfrentarnos. Todo esto es una cadena, dependemos también de cómo estén las empresas. Si las empresas no se reactivan, los músicos no serán contratados nunca”, indica.
Los precios por presentaciones oscilan entre $ 30, $ 50 y $ 100, dependiendo de la actividad. Algunos van como solistas y otros en grupos.
Pillajo, de 55 años, también suele acudir a eventos con sopranos, tenores, expertos en música popular y otros. Y tiene altas expectativas, pues ya registra reservaciones para los próximos meses y en el 2022.
El saxofonista Wilfredo Pineda no se queda atrás de la reactivación y afirma que se ha acoplado a todo tipo de evento. Por ejemplo, en restaurantes, bodas, y lo más común: los cumpleaños.
“Yo creo que va a fluir mucho porque las personas quieren entretenerse, salir de las casas, compartir, muchos viven a distancia, quieren divertirse”, menciona.
Pineda, 57 años, ha realizado eventos por horas o número de canciones. Ya no solo se concentra en el jazz, sino boleros o lo que pida el cliente. Dice que el músico se ha visto obligado a aprender y ofrecer otro tipo de melodías.
Pineda espera que la reactivación continúe y que diciembre sea distinto al de 2020 cuando hubo estado de excepción y conllevó restricciones de movilidad y aforos. El mismo deseo tienen Jiménez y Pillajo. Ellos resaltan la importancia de que el segmento se levante, e incluso se comparan con el sector turístico que también fue golpeado.
Además, aseguran que la música en vivo no se compara y que le da realce a un evento.