Los videojuegos pasaron de ser un ‘hobby’ a un trabajo. Es el sueño hecho realidad del adolescente y varios adultos.

Los videojuegos pasaron de ser un pasatiempo a un trabajo. Es el sueño hecho realidad de todo adolescente y de varios adultos.

En Ecuador existen grupos que se dedican a jugar profesionalmente. Su trabajo es practicar frente al computador o una consola, ganar torneos, hacer en vivos, organizar eventos y todo lo relacionado con los juegos en línea.

Así como era impensable que una persona ganase dinero subiendo videos cortos a la web -como ocurre ahora con Tik Tok- también resulta complicado creer que alguien se gane la vida siendo ‘gamer’.

José Manuel Estrada estudia Negocios Internacionales y es ‘gamer’ desde el 2012. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Es una tendencia que va sumando adeptos. No hay un registro de cuántos jugadores profesionales hay en el país, pero decenas de empresas se dedican a reclutarlos y trabajar con ellos. Skull Cracker es una de estas firmas.

Fawel Jarrín, guayaquileño de 26 años, es su director, y considera a esta actividad como un deporte. Cuentan con entrenadorespsicólogosanalistascomunicadorcommunity managereditores… Es un ‘staff’ de unas 15 personas.

El número de jugadores de este equipo varía entre 40 y 60, la mayoría bordea los 23 años y el 70% es hombre.

Maitte Machuca, conocida como Maittequeen, tiene 22 años. Empezó a jugar desde los 15. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Para ser profesional (que pertenezcan a un equipo y les paguen) se requiere talento, pero, sobre todo, dedicación. Fawel dice que no solo implica sentarse a jugar, sino compromiso y responsabilidad. Cada día, entrenan ocho horas. Trabajan en la corrección de puntos bajos, en mejorar la puntería y largas horas de estudio.

Una de las particularidades de esta comunidad de ‘gamers’ de Quito Guayaquil es que el deporte es grupal, se reúnen a diario y comparten horas con otros, en un espacio virtual. Los principales juegos son League of legends, Rocket league, Fortnite y Call of duty.

Es una actividad que no siempre obtiene la misma ganancia. En el caso de Fawel, su sueldo puede ir entre USD 500 y 3 000 dependiendo de los eventos que organice. Un jugador puede obtener entre USD 100 y 800 al mes. Ese dinero proviene de las arcas del equipo, que a su vez depende de los inversionistas y de los auspiciantes, similar a lo que ocurre con un equipo de futbol.

Martín Alvear es jugador profesional desde hace dos años. Tiene 50 000 seguidores en Tik Tok. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Puede parecer que es una profesión sencilla, pero no. Martín Alvear, quiteño de 25 años, vive de los videojuegos. Empezó a jugar cuando su mamá le compró una consola Gameboy, a sus 8 años.

Una persona se puede volver profesional siendo un jugador de alto nivel o potencializando su red social, explica Martín, quien realiza contenido hace dos años. Hoy tiene 150 000 seguidores en Tik Tok y 40 000 en YouTube. “Es duro”.

Hacer un ‘streaming’, por ejemplo, implica mucha energía, buen ánimo y no siempre amanece de a buenas. No tiene horario y trabaja más de ocho horas al día. Pero da un mensaje final: “Niños, no dejen sus estudios por ser ‘gamers’. No porque te esté yendo medio bien puedes dedicarte a eso, sino cuando ya tengas ingresos para pagar la renta”. (El Comercio)

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