Una nueva empresa de taxi aéreo acaba de obtener el permiso para operar la ruta Guayaquil. La modalidad de transporte, que utilizan especialmente los empresarios y altos ejecutivos, busca fortalecerse y diversificar sus servicios para hacer frente a un panorama hoy poco alentador para esta actividad.
Manta, Salinas, Quito y Santa Rosa son los destinos preferidos por quienes se embarcan en las pequeñas aeronaves que hacen estación en el aeropuerto de Guayaquil, una ciudad con tradición aérea.
Con el aeropuerto José Joaquín de Olmedo como base de operaciones, el taxi aéreo Sierra Negra Airlines ConectaAir acaba de integrarse a esta actividad y volará probablemente desde marzo próximo a destinos como Cuenca, luego de obtener la autorización del Consejo Nacional de Aviación Civil para operar por un plazo de 5 años.
Las aeronaves con las que hará sus vuelos serán las Cirrus modelo SR22 Turbo, de fabricación 2017.
En las redes sociales la aerolínea ya publicita el servicio. Rodrigo Flores, gerente general de la compañía, indicó oportunamente que podrían volar cualquier ruta nacional.
A diferencia de lo que ocurre en el sector de las grandes aerolíneas, el ingreso de una nueva empresa al negocio del traslado de personas en avionetas (con capacidades para entre 3 y 8 pasajeros) no preocupa a quienes ya vienen dando el servicio.
Aparte de que cada compañía dice tener sus propios clientes y forma de atraerlos, la realidad es que hoy la oferta es poca ante una demanda que tampoco crece. Claro que en estos tiempos de crisis volar en avioneta no es la opción más económica. Ir a Salinas en un pequeño Cessna cuesta alrededor de $ 600; y a Quito, en un turbohélice con capacidad para 6 pasajeros, hasta $ 3.000.
“Nuestros clientes conocen nuestros servicios y los prefieren porque nos esmeramos por atenderlos bien”, expresa Alejandra Loor, coordinadora de vuelos de la compañía Endecots, que moviliza pasajeros a todos los aeropuertos del país desde hace dos décadas.
Esta empresa no solo realiza vuelos ejecutivos. Con sus Piper, Cessna y un King Air también da servicios como: vuelos turísticos, transporte de valores, ambulancia o evacuación de pacientes y fotografía aérea.
“Además tenemos los vuelos románticos -acota Loor- para gente que busca una experiencia inolvidable, celebrando sus aniversarios de boda o San Valentín en el aire”.
Algunos de esos servicios promociona también Líneas Aéreas, Ejecutivas Nacionales S. A. (Laensa), aunque sus oficinas y hangar tienen hoy sus puertas cerradas. Un custodio del lugar dijo a EXPRESO el miércoles que “por el momento” no hay nadie que atienda.
Una empresa que pasa muy activa es Emetebe, con vuelos interislas en las Galápagos. San Cristóbal, Baltra e Isabela son sus rutas y busca abrir también Santa Cruz y Guayaquil. Tiene 3 naves inglesas Britten Norman, con capacidad para 8 personas, con precios por vuelos de entre $ 1.500 y $ 1.600.
“Intentamos transportar a todo el mundo, damos un servicio para el pasajero local y nacional que desea viajar por negocios, trabajo o descanso, y también al turista extranjero”, dice Alessandro Pitacci, gerente regional de la firma.
¿Y cómo está la demanda? “Normal, en lo posible”, responde el ejecutivo.
El sector demanda atención
A fines de 2016, en el parque aeronáutico ecuatoriano constaban solo 17 aeronaves dedicadas al taxi aéreo. Pertenecían a 10 compañías que volaban en la región II Costa, que incluye Galápagos. Hoy no vuelan más de 10, debido a que algunas empresas van cerrando sus puertas y otras reduciendo sus operaciones. El sector se queja del poco apoyo estatal y de las autoridades aeronáuticas, “a las cuales en los últimos años las cambian constantemente”.
Por ejemplo, afirman que no cuentan con subsidios como se ha otorgado a las grandes aerolíneas y encima el alquiler de áreas o hangares en los aeropuertos manejados por la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) es exagerado. “Los arriendos suben y suben y nosotros nos estamos ahogando porque no somos ni Lan ni Avianca, que tienen grandes presupuestos”, dice Alessandro Pitacci, gerente regional de la compañía Emetebe.
Endecots lamenta que se obligue a rigurosos chequeos médicos a sus pilotos, “como si pertenecieran a grandes aerolíneas”. (Expreso)