“Una guerra que no se ha ganado en 40 años es una guerra perdida”. Así resume el fracaso de la lucha contra el narcotráfico el expresidente y nobel colombiano Juan Manuel Santos, quien dijo en una entrevista este 25 de junio del 2019, que apuesta por legalizar la droga “para controlarla mejor”.
Miembro de la Comisión Global sobre Políticas de Drogas, que se reúne en estos días en Lisboa, Santos se suma a la propuesta de la organización para revisar la clasificación de las drogas de acuerdo con criterios científicos.
“La clasificación viene de los años 60 y 70 y es una clasificación que no tiene mucha coherencia, más bien es ideológica, de conveniencia”, explica el nobel de la paz colombiano.
“Estamos proponiendo una reclasificación basada en la ciencia, no en la ideología”, matiza.
El combate contra el narcotráfico en los términos en que se viene desarrollando no dará resultados, advierte: “Hace más de 40 años que estamos en esta lucha contra las drogas decretada por la ONU y no se ha ganado. Y una guerra que no se ha ganado en 40 años es una guerra perdida”.
“Hay que reinventar esta guerra contra el narcotráfico y las drogas y una de las formas más efectivas es quitarle la prohibición a todo lo que tiene que ver hoy con el tráfico de drogas y racionalizarlo para poderla controlar mejor”, dice.
“Hablamos de un enfoque que sea de salud, derechos humanos, que podamos quitarle el elemento de crimen al consumo en pequeñas dosis, y al tráfico”, sostiene. Es un proceso similar al que se vivió en la “ley seca” en EE.UU.: “La prohibición entrega ingentes cantidades de dinero a las mafias”.
Colombia, dice, “quizá sea el país que más sacrificios ha hecho en esta guerra contra las drogas. Hemos sido los que hemos puesto más muertos, más sangre y más violencia y seguimos siendo el primer país exportador de cocaína a los mercados mundiales, entonces algo no está funcionando”.
“Enormes esfuerzos y una voluntad política enorme” lograron desmantelar grandes carteles, pero “el negocio continúa haciendo estragos”, reconoce.
Su conclusión es clara: “Es una demostración de que no está funcionando una guerra que no puede ser de un país, tiene que ser una guerra de muchos países porque es un negocio multinacional”.
Colombia busca ahora avanzar en programas de sustitución voluntaria de los cultivos de hoja de coca, “la única alternativa”, opina, para intentar frenar la producción.