Abril pasado fue el mes más crítico para la donación de sangre en Ecuador. La Cruz Roja (organismo que dota el 70 % de la sangre en el país), solo pudo extraer, en ese mes, 4421 unidades, lo que se traduce en una reducción del 77 % comparado con abril de 2019.
Esta disminución se debió a las restricciones de movilización que se impusieron para reducir los contagios de COVID-19. Sin embargo, la demanda del fluido vital y sus derivados se disparó, especialmente en ciudades como Guayaquil.
Los pedidos de los hospitales públicos, privados y del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) desbordaron a los 16 bancos de sangre (4 públicos y 12 privados) a nivel nacional. Incluso las reservas que se tenían se agotaron.
Los donantes no salían o estaban concentrados en conseguir víveres o medicinas y, también, con temor a contraer el virus, dice Carlos Vásquez, director del Banco de Sangre de la Cruz Roja del Ecuador.
Esta falta de sangre no solo afectó a personas con COVID-19 sino que perjudicó a pacientes con otras dolencias o que se sometían a procesos quirúrgicos.
“Antes de la pandemia nosotros recolectábamos entre 500 a 600 unidades diarias, pero en el pico de la pandemia llegamos a recolectar cinco, siete o diez en el mejor de los casos. Hubo días donde no recogimos nada”, dice Vásquez.
Puntos estratégicos que la Cruz Roja tiene en Guayaquil como en el Malecón, terminal terrestre, Parque California y terminal de la Metrovía estaban cerrados o vacíos.
El esposo de Karla López tuvo un accidente de tránsito en abril en el sur de Guayaquil. Necesitaba cuatro unidades de sangre A-. Indica que buscó “por todos lados” el fluido vital. En su familia consiguió dos donantes.
La desesperación fue tal que acudió a las redes sociales. “Publiqué en Facebook e Instagram y no conseguía, pero afuera del hospital (del Guasmo) había personas que vendían su sangre. Pagué por cada pinta $40”, dice.
Usar plataformas digitales para buscar donantes es recurrente en el país actualmente y con la pandemia esto aumentó. Incluso se “trocan” víveres u otros artículos por sangre. Esto se puede observar en grupos de Facebook como Trueque Guayaquil Oficial.
Mishell Sánchez subió un post en búsqueda de sangre para su abuelita que fue internada en el hospital Teodoro Maldonado Carbo del IESS, sur de Guayaquil, por un cuadro de úlcera estomacal.
Su llamado tuvo eco. Intercambió víveres y artículos de limpieza por el fluido con dos jóvenes extranjeros y otra persona más. También pagó $20 a dos donantes, que conoció en las afueras del hospital. Además, cuatro personas entre familiares y amigos completaron la lista de 9 donantes ‘activos’ que necesitaba.
“En el Teodoro te obligan a conseguir dos donantes por cada unidad de sangre que necesita tu familiar, aunque la sangre no haya sido transfundida. El trato y la comunicación son malos. Mi abuelita necesitaba cuatro unidades”, dice.
Este Diario solicitó información sobre el supuesto maltrato y la “imposición” de conseguir donantes a esta casa de salud, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
Para Sánchez, utilizar el trueque fue vital para salvar la vida de su abuela: “Me permitió conocer el noble corazón de los desconocidos y las necesidades de otros”.
Incentivar en el país la donación voluntaria de sangre, a través de la educación en escuelas, colegios y universidades debe ser una prioridad, afirma Román Ochoa, jefe del Banco de Sangre de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
Asegura que para ellos también fue muy complicado abastecer la demanda de sus centros de salud en el pico de la pandemia. Aunque resalta la coordinación de los diferentes bancos de sangre en la emergencia.
“Todos nos ayudamos mutuamente con canjes de sangre, préstamos, pruebas. Además, agradezco a los héroes anónimos que son los donantes, que pese al miedo justificado se han acercado. Antes de la pandemia siempre se ha necesitado sangre, pero con el virus se disparó”, afirma.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos el 2 % de la población de un país debería donar sangre de manera repetitiva para cubrir las necesidades. Lo idóneo es el 5 %.
En Ecuador, antes de la pandemia, había déficit (1,5% de la población es donante), según cifras del Ministerio de Salud Pública. “La mayoría de donación que se da en el país es cuando una persona tiene un familiar o amigo enfermo, pero debemos cambiar esto para que la gente siempre piense en donar”, dice Ochoa.
Actualmente los niveles de recolección de la Cruz Roja y la Junta han mejorado, pero todavía no llegan a los números alcanzados antes de la pandemia.
Se han aplicado protocolos de bioseguridad para que las personas no teman contagiarse del COVID-19. Si bien en Guayaquil la situación se estabilizó, hay otras ciudades con alta demanda. Donar salva vidas. (El Universo)