Cuando el pasado sábado el árbitro señaló el final del partido de Argentina, una isla entera situada en el Atlántico Norte volvió a estallar. Islandia recuperaba sensaciones agradables de la pasada Eurocopa al sorprender a la albiceleste en el primer partido de su historia en un Mundial arrancando un valioso empate. Messi y compañía descubrieron la fe y la ilusión de un país que cuenta con más volcanes que futbolistas profesionales.
Tras empatar ante Portugal y eliminar a Inglaterra en Francia 2016, se obró un nuevo milagro en el Spartak Stadium. Acompañados por sus familiares, fue difícil para algunos jugadores contener la emoción. Entre ellos Birkir Már Saevarsson, uno de los defensas responsables de frenar a Messi y que tiene una de las historias más peculiares del Mundial.
Con 80 internacionalidades a sus espaldas, el veterano lateral derecho no vive sólo del fútbol.Trabaja en una fábrica de sal negra en la zona industrial de Reykjavík. No lo hace por dinero, sino para sentirse útil cuando no entrena con el Valur, equipo de la capital islandesa. Es el único jugador de los 23 seleccionados que permanece en la liga doméstica.
“Esto es lo normal para un islandés, ¿sabes? Más normal que ir a un Mundial”, comenta en un reportaje de AP realizado en su puesto de trabajo. Y es que para el defensa de 33 años dedicarse profesionalmente al fútbol “es el mejor trabajo que se puede tener, pero no es la vida real”, asegura. Saevarsson mata el tiempo libre que le deja el fútbol trabajando. “No puedo mantener mi culo en la silla todo el día sin hacer nada. Es aburrido y te vuelve perezoso”.
Aficionado al hockey sobre hielo, se encuentra entre los 50 jugadores con peor valor de mercado según Transfermarkt. Sin embargo, para Heimir Hallgrímsson, dentista de profesión, sigue siendo indiscutible. Uno de los intocables de una plantilla que conserva prácticamente el mismo bloque que triunfó hace dos años.
Este es uno de los secretos del éxito de Islandia: mantener una buena amistad entre los compañeros. “No es como un equipo de fútbol que se está conociendo, es como un grupo de amigos. No podría haber un grupo mejor en el que jugar. Cuando estás cerca del otro, es más fácil pedirle algo o gritarle y que no se lo tome como algo personal. Sabes que lo hace porque es tu amigo”, sostiene.
Ser futbolista es el mejor trabajo que se puede tener, pero no es la vida real”
La amistad reina en el vestuario islandés; un equipo que tiene el récord Guinness al ser el primer país con menos de un millón de habitantes que disputa un Mundial. Se calcula que cerca de un 10% de los 334.000 habitantes estará en Rusia para seguir las hazañas de sus chicos con el ritual vikingo que ya se ha convertido en un clásico de las grandes citas.
A principios de siglo, cuando sólo Gudjohnsen era conocido, la Federación Islandesa tomó la decisión de invertir en infraestructuras y apostar por el deporte como política social. El peso principal era el de tratar de implantar sus valores, ya que existía un preocupante problema social con sus jóvenes por el consumo de alcohol, uno de los más altos de Europa. Con el tiempo, se ha reducido considerablemente y en el fútbol han empezado a recoger los primeros frutos.
En un país en el que se ha aprobado el fin de la brecha salarial entre hombres y mujeres, que dejó caer a la banca y juzgó a su presidente tras la crisis, jugadores como Saevarsson, que no se sabe si pidió permiso o vacaciones para ir a Rusia, demuestran tener los pies en el suelo.
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