Salvares Manta los guardianes de la playa El Murciélago

Mostrando su voluptuoso y tonificado cuerpo, sin camisa y descalzo. Su único atuendo era una licra negra, además de un par de aretes, gorra y gafas. Así lucía Alexander Jiménez robándose las miradas de muchas en el que él llama su lugar favorito: la playa.

El día estaba algo oscuro, las nubes grises eran parte del paisaje, por momentos una ligera brisa caía y el viento hacía de las suyas golpeando con fuerza. Bajo ese cielo oscuro y con el aire en contra, Alexander cruzaba una cuerda tensa de un lado a otro, quien lo viera juraría que se dedica a este deporte de equilibrio también conocido como slackline. Pero no. Él pertenece a la Fundación Salvares Manta y es un salvavidas de la playa “El Murciélago”

Alexander es de nacionalidad colombiana. Tiene 40 años, aunque por su buen estado físico aparenta menos edad. Llegó a Ecuador hace 22 años atrás y vive enamorado de este país, al que denomina “el paraíso en la tierra”.

Comentó que desde hace tres años es recastista oficialmente y que su pasión nació de una amarga experiencia. «Cuando recién llegué a Manta a vivir, estaba en la playa e intenté salvar a dos niños que se estaban ahogando, pero uno de ellos murió. Entonces desde ahí me entró el deseo de aprender y lo hacía empíricamente», dijo.

Para ser parte de la Fundación Salvares Manta, Alexander no la tuvo fácil, pues pasó por varios cursos, aprobó pruebas físicas, aprendió primeros auxilios, recibió instrucciones, etc.

Se mantuvo como voluntario por dos años y recién desde hace uno es parte de las filas como salvavidas “profesional” aunque todos sabemos que esta actividad aun no es considerada profesión como tal.

De lunes a viernes Alexander es otro. Es todo un empresario y un hombre de negocios, junto a su papá tiene una fabrica de empaques y además él es propietario de un lavadero de motos donde también vende repuestos.

Los fines de semanas y feriados se transforma en un excelente y apuesto rescatista. Siempre presto para servir a la ciudadanía, al igual que sus compañeros desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. “Él que se ahoga fuera de ese horario es difícil que lo rescaten”, bromea el guardavida.

Cuando el estrés forma parte de Alexander recurre a la playa para olvidarse de todo. El estar en ese lugar rodeado de sus compañeros, de aprendizaje, el contacto con la naturaleza, conversar con los turistas, lo distrae.

Entre sus rescates más difíciles están los niños. Un adulto se mantiene a flote, muchos saben cómo hacerlo. Sin embargo, los infantes no. Por eso siempre Alexander y sus compañeros están pendientes. Sobre todo cuando se forman resacas en el mar (remolino).

Ser hábil, decidido, no tener miedo, querer aprender, tener excelente estado físico, buena conducta, ser valiente y tener el deseo de ayudar, son algunas de las cualidades que un rescatista debe poseer. Y Alexander no es la excepción. Siempre el rescatista debe estar seguro de la acción que va a ejecutar, si no lo está, no es recomendable que lo haga puesto que serían dos personas en trance y no una.

Pese a todos los riesgos y peligros que los guardavidas enfrentan a diario para este rescatista no es un impedimento seguir realizando esta actividad que tanto le apasiona. Y aunque hay una regla que todo rescatista conoce; sea este bombero, paramédico, etc. que dice “primero yo, segundo yo, tercero yo y después el resto” en momentos de emergencia no hay tiempo para recordarlas y si así lo fuera, pues las reglas, como muchos dicen, están para romperse.

– ¿Cómo hace para no tener miedo?
– En ese momento, uno no piensa en el miedo. Solo te dejas llevar por las ganas y el deseo de querer ayudar a alguien que lo necesita.
– ¿En alguna ocasión ha sentido que su vida estaba en peligro?
– Sí, una vez que fuimos como con cuatro compañeros a hacer un rescate. Cuando el chico tenía la boya en la mano, se me enredó la cuerda en el cuello. Yo me saqué todo y le dije al chico que no se soltara. En ese momento me vi en peligro porque si la soga me templaba, me ahorcaba.

Alexander menciona que cuando va a ejecutar un rescate no piensa si va a vivir o morir, no piensa en el ¿qué pasará?, solo actúa. En ese momento la adrenalina manda.

EL FUNDADOR

De chompa y gorra roja, licra estampada, sin zapatos y con cierto grado de prisa, denotando confusión y a la vez curiosidad en el rostro se acercó sin decir media palabra Diego Casquete a escuchar la entablada conversación.

– Él es uno de los fundadores de la asociación, ¿tu nombre? Le preguntó Alexander.
– Diego, Diego.
– Diego Casquete, conocidísimo aquí en Manta. ¿Quién no lo conoce? Entre risas expresa Alexander.

Con mucho orgullo Diego relató la historia y el origen de Salvares Manta que con 14 años de vida jurídica y más de 20 de experiencia es la única fundación de salvavidas en la ciudad.

Se creó con la finalidad de reducir el índice de mortalidad. Pues antes de que esta asociación existiera cinco personas morían ahogadas por semana específicamente en esa playa, señaló.

Actualmente el grupo de rescatistas cuenta con apoyo monetario por parte del municipio. Son alrededor de siete voluntarios los que reciben el apoyo económico de los nueve oficiales que son. Ellos están en una lucha para que la Asamblea Nacional cree la Ley Nacional de Salvavidas en el Ecuador y que se incluya que pueda ser una profesión remunerada.

Alexander Jiménez señaló que los guardavidas tienen un lema importante que aplican a diario mediante el cual han conseguido excelentes resultados. “El mejor salvavidas no es el que se moja, sino el que no está mojado” haciendo referencia a que no es necesario esperar que ocurra el hecho para actuar.

Hablar con las personas minimiza la probabilidad de que suceda un siniestro. Es decir, es mejor la prevención antes que el accidente. Al mismo tiempo, estarían evitando poner sus vidas en peligro al realizar un trabajo de alto riesgo como lo es este, manifestó.

La prevención tampoco es un trabajo fácil, si solo se acercan a las personas a querer decirles lo que se debe hacer y lo que no, es por gusto. No hacen caso. Pero si te diriges de manera cordial, con educación y entablas una conversación con ellos y luego se les explica el riesgo, hacen caso. Hay que saber llegar a las personas. Hay que tener vocación, indicaron.

Diego, que es uno de los pioneros de Salvares Manta, comenta con gran satisfacción que la institución ha dado sus frutos. Pues en dos años solo se ha ahogado una persona.

A través de la prevención muchos turistas locales ya tienen conocimiento de cuando se forma una resaca, cuando hay oleaje o el mar está agitado y evitan ingresar, sin embargo, hay otros que hacen caso omiso.

“El Murciélago” es la única playa que cuenta con dos torres de control donde se concentran los salvavidas. Ellos no tienen feriados para disfrutar con sus familias o irse de paseo.

En estos, especialmente Carnaval, Semana Santa, Navidad y Año Nuevo; entre todos los rescatistas se organizan para ir a otras playas como San Mateo, Santa Marianita, entre otras, y así evitar una desgracia ya que la demanda de turistas es bastante elevada.

Ante estas situaciones y días festivos Alexander comenta que las personas más vulnerables, además de los niños, son las que están bebiendo o en estado etílico, por ende deben estar pendiente ya que no tienen sus cinco sentidos bien puestos y muchas veces se ponen “tercos”. Ante esto, se procede a un aviso a la Policía Nacional sin quitarle los ojos de encima a la persona que está haciendo caso omiso a la advertencia, indicó.

Además de tener radio para comunicarse de torre a torre, otra manera de hacerlo es con silbatos. Si lo hacen sonar una vez, significa llamado de alerta al bañista; dos, se le llama la atención a la persona y si hacen sonar el silbato tres ocasiones quiere decir rescate en proceso, deben ingresar al mar inmediatamente para rescatar a la víctima.

Para salvar a una persona, siempre deben ir dos y no un salvavidas solo, excepto que toque el caso. Lo normal es que se apoyen y si es de entrar cinco rescatistas. Lo hacen. Pues el objetivo de sacar a la persona viva lo tienen claro.

– ¿Cómo les afecta cuando no se logra un rescate?
– Diego: Es muy duro, me pasó hace tiempo. Hace años atrás en el rompeolas se ahogaron dos niños, estaban jugando en el muelle y uno resbaló, el otro por irlo a salvar se perdió en segundos. Llegamos tarde. Ver ese cuadro de los niños fallecidos fue muy duro. Psicológicamente uno debe estar preparado.
– ¿Reciben ayuda psicológica?
– Diego: En verdad no. Pero cada rescatista debe tener apoyo psicológico.

Alexander quien también ha pasado por momentos duros expresa que ese tipo de imágenes son las que hacen reflexionar sobre el trabajo que ellos están haciendo y les hace tomar conciencia de no ir a prestar servicios a la playa cuando no están al ciento por ciento.

EQUIPOS

La misión la tienen clara: proteger a la ciudadanía. Por eso Diego, Alexander y su grupo de amigos cuentan con todos los implementos necesarios para brindar un buen servicio a los turistas.

Para los rescates cuentan con una lancha, boyas, entre otros aparatos. Sin embargo, hay otro tipo de emergencias como picaduras de rayas o golpes para los que también están capacitados con primeros auxilios y atención prehospitalaria.

Se avecina un feriado en noviembre. Las recomendaciones son claras. La ciudadanía debe tomar las debidas precauciones del caso. Es una temporada difícil porque el mar estará más agitado que de costumbre. Por otra parte, los padres deben cuidar de sus hijos. Son muchos los niños que se pierden.

Entre otras recomendaciones, recalcaron la importancia de saber nadar. Con mucho malestar expresan que hoy en día las personas dedican más tiempo al celular y no a hacer cosas productivas.

Alexander considera que nadar es igual de indispensable como enseñarle a un niño a hablar. Debería ser obligatorio. Por ello, se ponen a las órdenes de las personas y las invitan a la playa para que aprendan a nadar.

Diego considera que hay que hacer un nadador y de cada nadador un salvavidas. Piensa que sería una buena idea que el Estado imparta con deporte a las escuelas. Como en otros países que a temprana edad los niños ya saben nadar. De esta forma se evitarían tragedias.

Por: Jessica Mendieta

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