Sector privado es el que apuntala al turismo en el cantón Manta

La inyección de capitales externos, principalmente de la Sierra en proyectos inmobiliarios, turísticos y de entretenimiento, promovieron a la urbe porteña.

Tras 19 años de haber sido declarado el cantón Manta como el primer Municipio turístico del país, el aporte del sector privado es neurálgico en el desarrollo del primer balneario urbano del país.

Hace más de 15 años el despunte del sector se muestra de cuerpo entero. “Para que puedan llegar los capitales destinados al desarrollo turístico e inmobiliario, el cabildo da las facilidades a los inversionistas”, comenta el alcalde Jorge Zambrano.

El funcionario, que completará 18 años en el poder el próximo 2019, afirma que los capitales privados se han convertido en el mejor aliado para que el turismo haya despuntado en beneficio de Manta y Manabí.

Se han construido en la ciudad más de 40 edificios de apartamentos que también son utilizados por turistas. “A ellos se suman los hoteles de alta y media gama, restaurantes, centros comerciales, sitios de diversión que en más de una década le han inyectado a la ciudad aproximadamente $ 800 millones”, precisa Esteban Fiallos, presidente de la Cámara de turismo de Manta.

Fiallos cree que cada dólar que se ha invertido en Manta para fortalecer el turismo ha dinamizado la economía del eje industrial y turístico de Manabí que lo conforman además los cantones Montecristi y Jaramijó.

“El 27 de septiembre se celebra el Día Internacional del Turismo, por ello es pertinente saber que Manabí le apunta a fortalecer el desarrollo de la industria sin chimenea”, reseña Fiallos.

Hay importantes y nuevas edificaciones que se alzaron sobre las playas El Murciélago y Barbasquillo, a ello se suma el Mall del Pacífico y una serie de negocios en torno a la alimentación y la diversión que le dan un nuevo valor agregado al sector, añade Fiallos.

Los servidores turísticos Santiago Veintimilla y Jaime Ulloa creen que hace falta más promoción de la ciudad y que estas campañas deben ser permanentes. (El Telégrafo)

 

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